Y te recordé cuando me sentía más sola que nunca.
Te recordé a ti y a tus abrazos.
A ti y a tus besos.
A ti y esa forma de hacerme sentir como en casa.
Quizás fue ahí cuando comencé a entender que regresar a ti era tan inevitable como respirar.
Quizás fue ahí cuando me di cuenta que la marca que me dejaste era más profunda que ninguna otra.
Porque no hay nadie más que tú.
Porque nunca hubo nadie más que tú.
Siempre fuiste tú.
Porque eres todas las canciones que escucho por la noche.
Eres todas esas puestas de sol que veo cuando salgo a pasear.
Eres todas esas gotas de lluvia que caen por mi piel.
Eres todas esas páginas tocadas con ternura.
Eres todas esas palabras que no me atrevo a decir.
Eres todas esas pequeñas sonrisas que tengo cuando estoy recostada en mi cama.
Eres todas esas lágrimas contenidas.
Eres todos esos cafés por las tardes frente a ese gran árbol.
Todas esas ganas de vivir.
Porque me es inevitable no sonreír al acordarme de ti.
De tu manera de tirar tu cabeza hacia atrás, riéndote como una niña pequeña. De todas tus manías.
Porque eres todo lo que he buscado y nunca pensé encontrar.
Porque eres tú. Tan real. Tan...tú.
Y sólo necesito eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario