martes, 22 de noviembre de 2016

De películas y finales tristes.

Y siempre he sido fan de los finales tristes, trágicos, abiertos, porque sé que la vida no es como en las películas. Cuando el villano se mete en la relación de los protagonistas y se separan, la mayoría de las veces éstos no vuelven a estar juntos. A veces se lastiman tanto, a veces hay tanto daño que es imposible estar juntos aunque por dentro sus almas se retuerzan.

Una gran parte de mí cree que así es como acaba la vida. No con la persona que más amaste, pero sí con una persona que te hace sentir feliz.

Tengo miedo de que mi vida sea como esas películas donde los protagonistas no pueden estar juntos o que lo están pero todo se vuelve en contra de ellos, los padres, los amigos, la sociedad sobre todo. Donde los protagonistas no tienen más remedio que separarse aunque les duela la existencia, que dentro de su cabeza no paran de gritar "No es justo, no es justo, no es justo"-porque si amas a alguien y ese alguien te ama, deberías poder estar con esa persona-, donde pasan los años pero siempre recuerdan al otro, lo que pudo haber pasado y como cada persona que amaron, siempre estuvieron un poco bajo la sombra del amor que se tuvieron. Donde envejecen y le cuentan a sus hijos, nietos o a otra persona sobre ese amor que nunca pudo ser o que lo fue pero efímero.

Duele, duele ahora porque tengo miedo de que así sea el final de esto, de que aunque soy joven esto me duela en una parte de mí para siempre.  Porque las personas siempre duelen, sigan en tu vida o no. Y me enoja no poder estar a su lado, porque la vida es tan corta, porque se va como agua entre tus dedos. Pero el mundo no es justo, es algo que ya sabemos todos.

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