miércoles, 28 de mayo de 2014

Abrázame.

Abrázame y deshazte el miedo.
Abrázame y llévate las voces en mi cabeza, porque volvieron con más fuerza.
Abrázame y escóndeme del mundo.
Abrázame y dime que todo va a mejorar.
Abrázame y ayúdame a no pensar, porque la cabeza no me da para más.
Abrázame y dime que nunca te irás.
Abrázame y destruye los espejos.
Abrázame y léeme en voz baja la vida de Liesel o de Jo y sus hermanas.
Abrázame y sujétame la sonrisa.
Abrázame y cántame esas canciones de P!nk o Fun que tanto nos gustan.
Abrázame y dime que estoy bien, aunque sé que no lo estoy.
Abrázame y hazlo fuerte, porque estoy volviendo a ese lugar oscuro del que tanto hablaba Charlie.
Abrázame y no te vayas, porque ya no duermo bien, porque el torbellino me recuerda que soy cada noche.
Abrázame y ciérrame los ojos, porque no soporto verme.
Abrázame y cúbreme la boca, porque siento que debo hablar de mis miedos pero sé que será un error hablarlos.
Abrázame y déjame ocultarme del mundo entre tus brazos.
Abrázame, solo abrázame.
Porque no sé que será de mis piezas si me sueltas.

martes, 20 de mayo de 2014

Días amargos.

Hay días amargos que parecen meses o años.
Hoy es un día de esos.
Y esos idiotas te empujan, te empujan y te empujan. Y te levantas, una y otra vez.
Y tú ríes. Ríes porque no te queda de otra, porque es más fácil fingir que siempre estás bien, es fácil bromear y no soltarte a llorar ante el menor daño.
Es más fácil fingir que eres juguetona y que siempre eres infantil y no ir a ese lugar oscuro y dejarte arrastrar por ese "torbellino" en tu cabeza.
Pero el torbellino arrasa con todo. Y lo único que tienes es dolor de cabeza y ganas de llorar y sigues riendo y jugueteando.
Y no lloras, aunque sientes como si lo hubieras estado haciendo por horas. La cabeza te estalla y sientes los ojos hinchados y no quieres moverte. El solo respirar te provoca dolor.

Y te mereces ese momento. Te mereces quedarte en el suelo después del empujón y recuperar fuerzas.
Y te levantarás. Aunque mañana esos idiotas te empujen de nuevo. Lo harás, porque sólo tienes que conseguir pasar a través de eso y cuando menos lo esperes, habrá acabado.
Porque te toco un vistazo al lado feo de la adolescencia. Sólo eso. No será para siempre. Y puedes optar por nunca pensar en ello. Yo lo haría.
Pero están esas personas que te distraen de ese torbellino. Que te sostienen un poco después del empujón.
Hacen el día un poco más fácil. Hacen que las 7 horas en ese lugar no te dañen mucho.
Y sólo falta un año y medio para acabar.
Puedes soportarlo.
Debes hacerlo. No tienes otra opción.
Y si ellos mañana te vuelven a empujar...Levántate. Cuando la vida los empuje a ellos, no podrán sostenerse sobre sus propios pies. Y tú, tú cariño, podrás soportar terremotos de pie.

domingo, 18 de mayo de 2014

Me recordaba al verano que tanto extraño.

Ella me recordaba al verano que tanto extraño.
Los labios le sabían a café, su cabello parecía primavera y en sus ojos se notaba la vida.
Me gustaba que me rodeara con sus brazos desde atrás y que recargara su mentón en mi hombro.
Tomarla de la mano y acariciar sus nudillos con mi pulgar. Cantar en el auto y soltar carcajadas.
Recostarnos en mi cama y escuchar ese disco que tanto nos hacía llorar.
Me gustaba verla caminar por la arena y que su vestido se meciera con el viento.
Cada vez que una ola alcanzaba sus pies, ella reía y me miraba. Y yo sonreía también. Y me sentía contenta.
Me gustaba su labial carmín, y como cada vez que se lo decía, sus mejillas tomaban el mismo color y sus hoyuelos aparecían.
Y les daba la bienvenida con un suave beso en cada uno.
Como me acariciaba el cabello y me rodeaba con sus brazos mientras sollozaba cada vez que un personaje querido moría en algún libro.
Unir los lunares de su espalda, contarlos, perder la cuenta y empezar de nuevo.
Hacer tonterías para hacer su risa estallar.
Le gustaba creer que todo el mundo merecía un final feliz.
Me encantaba verla escribir, como se perdía en el mundo que creaban sus letras. Tener el privilegio de observar tal belleza.
Liberar suavemente su labio inferior de la prisión que formaban sus dientes y observar que estos se coloreaban de un rojo irresistible.
Cantarle suavemente y que ella me dijera que cantaba bien aunque yo sabía que no. Cuando sonreía por un halago mío y escondía su rostro en el hueco entre mi cuello y mi hombro.
Abrazarla y sentir que el cielo era un lugar en la Tierra con ella.
Escuchar su respiración en mi oído cada vez que se dormía sobre mi hombro mientras le acariciaba el cabello.
Ver como daba un pedacito de su alma con cada carta que enviaba.
Y no sé que acabo sucediendo, sólo sentí dentro dardos.
Y de pronto, ya no había más risa. Ya no había más abrazos ni más hoyuelos. La primavera de su cabello se fue y los labios dejaron de saber a café.
Hubo más llantos y dardos, muchos dardos.
Se me hundió el dolor en el costado y se me nublaron los recuerdos.
Y la deje ir.
No podía quedarme a ver como yo la marchitaba.
Y aún la recuerdo.
Oiré su risa cuando quiera dado que es más mía que suya.
Aún sigo escuchando ese disco que nos hacía llorar, siempre lo escucho mientras leo su carta.
Y tengo el consuelo de que me haya dejado un pedacito de su alma.
Y siempre pienso que debí abrazarla más, que tal vez hubiera podido retenerla un poco más.
Y aún me duele ese verano, tanto que ansío volver a vivirlo.
Nuestro amor fue de esos que sólo existen de noche y duran hasta la madrugada.
Y aquí estoy, verano mío.

Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos.

Son humanos.

Y entonces, lo veo.
Lo veo con el humo del tabaco escapando suavemente de su boca, me observa desde su lugar.
Con la espalda recargada suavemente en el cojín color carmín, sus ojos están un poco entrecerrados, como reprochando mi manía de siempre llegar tarde.
Le devuelvo la mirada y veo como el humo dibuja figuras en el aire, ajeno al dolor silencioso del tren.
Mis manos sudan y tiemblan. Aún escucho sus portazos.
Observo a las demás personas en el tren, encorvados y temblando.
Con lágrimas en las mejillas, tienen las manos cerradas en puños, los hombros les tiemblan, se sacuden, se muerden los labios tratando de tragar los sentimientos.
Pero nunca pueden susurra entre el humo.
Se relame los labios y alza las cejas burlonamente.
Nunca he entendido como soportan tantas heridas, ¿sabes? Enfrentando batallas que nos les pertenecen y llorando lágrimas que no son suyas. ¿Acaso pueden ser más idiotas? dice mirando por la ventana empañada, alza su mano lentamente y acaricia el cristal.
Son humanos le digo.
Son idiotas, eso son responde mirándome con sus ojos negros.

viernes, 16 de mayo de 2014

Simplemente yo.

Y hoy no he logrado ser más que emociones. No logro ser letras, oraciones, escenarios. Soy más canciones y libros. Sol corriendo por mi piel y aves cantando en el patio trasero.
Soy más risas en salones ajenos y abrazos cálidos. Besos en todo el rostro y muchos "te amo" al oído.
Soy sonrisas a una pantalla y a las letras de ella. Caminatas de vuelta a casa con todos ellos. Enojos fingidos con esos dos chicos. Comentarios ignorados.
El llanto de ver el último capítulo de la temporada de una serie que te cambio y saber que solo queda una más y todo se acabará. Tardes en mi casa con ella o con Liz.
Paseos en la arena y risas tontas.
Soy esas fotografías en las que de verdad me siento contenta. Soy recuerdos anestesiados. Soy noches arropada junto a mi hermana. Soy espejos destrozados a mis pies por balas.
Soy canciones cantadas a todo pulmón en el auto y carcajadas. Fines de semana cocinando junto a mi hermana. Soy rabia esperando salir al menor daño a mis padres o a mi hermana. Soy gritos ahogados. Soy llanto oculto.
Soy sonrisas sinceras (o por lo menos trato de que siempre sean así). Soy charlas de sobre Harry Potter u otros libros.
Soy complejos aferrados a la piel. Soy atardeceres en la playa junto a todos ellos. Soy salidas disfrutadas con mi familia. Soy viajes en carretera con ellas.

Soy yo. Soy yo tratando de concentrarme en lo bueno. Soy yo tratando de ver el lado bueno de la vida.
Soy yo tratando de vivir. Soy yo. Simplemente yo. Y nunca quiero dejar de serlo.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Anestesiar el pasado. Crear el futuro.

Y puedes optar por ignorar tu pasado y nunca más pensar en él, hacer como que nunca sucedió y cada vez que un recuerdo se te venga a la mente, tomar tu cabeza entre tus manos y repetir en tu mente: "No pienses, no recuerdes, nunca sucedió, no es cierto".
O recordar todo tu pasado y reírte de ello. Reírte de lo todo lo que hiciste y de lo idiota que eras. Y a veces nos fuerzan a escoger la segunda.
Algunas personas anestesian los recuerdos, te ayudan a no pensar en las cosas malas, te hacen darte cuenta de que no todo fue tan malo. De qué vas a poder contar historias a tus nietos. Personas con las que compartiste ese pasado y también evitan recordar las cosas dolorosas. Y te das cuenta de que quieres conservar a ese tipo de persona, de qué quieres crear nuevos recuerdos con ellas.
También están esas personas que hacen lo posible de alejarse de su pasado. Esas que no les importa lastimarte con tal de no recordarlo. Y no creo que valgan la pena tratar de recuperar a esas personas. Se fueron. Pasaron.
Y es triste.
Pasar tantas cosas con un grupo de personas y que te desconozcan.
Pero tiendes que superarlo, no valen tanto como para quedarte preocupada pensando que hiciste mal.

Porque tienes que construir nuevos recuerdos, y hacerlo es divertido.
Tienes a todos estos chicos que ríen y bromean y te abrazan y te aceptan como eres. Tienes esas llamadas por las tardes donde te invitan a salir, donde se ríen de lo que hicieron ese día.
Todos esos momentos en los que sonríes abiertamente y algunas veces esas sonrisas quedan plasmadas en fotografías y cuando las vuelves a ver, realmente puedes decir que en esa fotografía no pareces contenta, lo eres.
Y si, en el futuro habrá canciones que duelan, fotografías escondidas y personas perdidas (ojalá no), pero ¿y qué? ¿fuiste feliz, no? Las disfrutaste. Creaste un futuro y no dejaste que el pasado te invadiera.

Y un día, verás hacia atrás y recordarás estos momentos, y recordarás las risas, las personas, los lugares. Mirarás las fotografías y podrás decir que, tal vez no fuiste feliz, pero estuviste contenta, lo suficiente para toda una vida.

Eso quiero que pase.
Quiero que también pase para ti.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Cartas a Agridulce. (III)

Hola de nuevo, Ann. 

Siento no haberte escrito en meses, pero como te dije en la última carta, he estado cambiando.
He tenido subidas y bajadas, pero siempre trato de mantenerme arriba lo más que pueda.
Ahora tengo más ganas de vivir. Es bonito, ¿sabes? Sentir que vas a poder hacer todo, aunque las personas a tu alrededor a veces te hagan sentir que nunca lo lograrás. Espero que tú también lo estés sintiendo.
Hace mucho que no sé de ti. Y con eso quiero decir que en realidad, ya no sé de ti. De tu verdadero tú. 
Supongo que es mi culpa, yo te aleje, pero tú no hiciste esfuerzo por volver. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué en realidad no valgo tanto la pena cómo para volver? 

Y ya no siento rabia, ya no hay nada.
No hay mariposas, en realidad, murieron hace mucho. Y tus besos saben a vacío. Que aunque tratemos de revivirlas con tu caricias en mis mejillas y con los labios luchando, no hay nada.

Aún te quiero, eres importante, pero ya no indispensable, porque la culpa está desapareciendo y quiero que siga así. Porque quise salvarte y sólo acabe con heridas en los dedos. 

Y no pienses que te ignoro, simplemente que cuando uno es feliz es tan fácil encontrar lo bueno de la vida y sólo concentrarse en ello.

Espero encuentres lo bueno de la vida, y sigue siendo fuerte, y si te ofrecen ayuda, acéptala. Aunque quieras hacerte la fuerte, aunque quieras fingir que no te importa.

Porque quiero que estés bien. Porque a pesar de todo, te quiero.

Rose.

Algún día, seré lo suficientemente fuerte y no podrás lastimarme.

Y pueden hablar a mis espaldas y pueden decirme a la cara todos esos insultos y un millón de cosas y aún así yo voy a seguir aquí. Voy a seguir sonriendo, como si el mundo fuera color de rosa. Voy a reír a carcajadas por cada golpe recibido. Por cada persona que me insulta tengo 10 que me quieren como soy. Y sigan como están, sigan con su mente tan cerrada, sigan haciendo que haya más suicidios, que nuestra generación sea la "peor" por tanta discriminación y tantos chicos y chicas haciéndose daño por personas que no merecen la pena.
Y he aprendido a base de golpes que no vale la pena llorar por gente así. Que no serán nada en la vida.
Basta de llorar al llegar a casa, basta de malos pensamientos, basta de decir: "hoy no como", basta. Se acabó.
Soy como soy. Y no voy a cambiar.
Insultos, golpes, murmullos, vamos. Al final yo terminaré siendo más fuerte que ustedes. Al final el Karma gobierna todo. Al final voy a superar todas sus trabas y ustedes se quedarán atascados en ellas. Al final la gente tira rocas a los objetos que brillan.

Algún día, estaré viviendo en una gran ciudad antigua
Y todo lo que tú serás es ser malo.
Algún día, seré lo suficientemente fuerte y no podrás lastimarme.
Y todo lo que tú serás es ser malo [...]


Y puedo verte de aquí a unos años en un bar
Hablando sobre un partido de fútbol
Con esa gran forma fuerte de opinar pero,
Nadie te está escuchando
Harto de las mismas cosas
Acabado y despotricando 
sobre las mismas viejas cosas.
Ebrio y quejándote sobre cómo no puedo cantar.

Pero todo lo que tú eres es ser malo.
Todo lo que tú eres es ser malo.
Y mentiroso, y patético, y solo en la vida
Y malo, y malo, y malo, y malo.

lunes, 5 de mayo de 2014

Y de repente, creo que puedo sentirme infinita.

Y ayer fue un día feliz.
Vi por primera vez a dos personas muy importantes para mi y que yo siempre tuve miedo de que se decepcionarían cuando me vieran.
Estuve a punto de acobardarme y no ir.
Pero algo dentro de mi dijo: "¡Ve! ¿Qué importa tú físico? No sabes cuándo se presentará otro oportunidad así."
Y lo hice. Y no me arrepiento.
Y...fue un día feliz.
Fui al concierto en el malecón, camine desde Stella hasta Tail Hunter y me senté en la arena con Liz y nos abrazamos y nos reíamos porque nos contábamos cómo era posible que personas que están lejos de nosotras nos hacían sentir mariposas en el estómago.Y porque somos unas malditas cursis.
Fuimos al café con el enorme árbol frente a él y nos sentamos en una mesa y Kate y yo discutíamos por una galleta y Diana y Jesús y Liz se reían de nosotros.
Y las risas. Las risas, señores. 
Ellos son de ese tipo de persona que te recargan el corazón con abrazos, que te dan energía con una sola risa. Ir diciendo tonterías mientras caminamos frente al mar y de repente Liz y yo corríamos y reíamos por nada.
Y sentir el cariño entre nosotros.
Sentir que ellos me aceptan como soy, que no se comportan diferente a mi alrededor al saber mis preferencias, el poder hablar con ellos de ese tema y que opinen con naturalidad y al final que Kate me abrace y me diga que me ama y...sonreír. Y pensar en lo suertuda que soy.
Que pueda hablar con Liz de todo tipo de cosas porque ella es mi hermana y pensamos igual y porque somos unas idiotas.
Bromear con Jesús y Diana porque ambos fingen enojarse entre ellos y al final acaban abrazados.
Y seguir tonteando por toda la costa, caminando entre toda la gente que estaba esperando el concierto y Liz desesperada porque ellos se perdían entre la multitud.

Caminar hasta el muelle con las farolas alumbrando suavemente y el mar azotando tranquilo contra las rocas y la luna reflejada en el agua. Y todos hablan en susurros. Y el viento me revuelve el cabello y soltamos a reír.

Y las ganas de llorar son pocas. Y no hay malos pensamientos. Y de repente, creo que puedo sentirme infinita.



sábado, 3 de mayo de 2014

Coincidamos.

Para: Pequeña escritora.

El poder de las letras me da miedo.
Hacen que me tambalee, hacen que llore cual niña pequeña.
Pero, por favor, no me nieguen las de ella.
La de la chica que está lejos de mi pero que hace que llore en madrugada, que hace que me olvide de quien soy, de cómo soy.
Sus letras me hacen feliz.
Hacen que sonreía al computador mientras lloro por lo que me hace sentir.
¡Ojalá existiéramos juntas! Ojalá mis letras estuvieran a su altura.
Sólo me he sentido así pocas veces en mi vida. 3 veces.
Y me da miedo sentirme así.
¿Por qué lo haces? ¿Cómo puedes hacerme temblar?
¿Cómo puedes pensar que no te necesito? Si no lo digo es por miedo.
Puro y maldito miedo. Porque soy una chica a la que le duelen demasiado las personas.
Que la distancia me araña a cada latido.
He terminado el libro, ¿sabes? Y lloré durante los últimos capítulos. Y cada vez que veía el libro en mis manos, me acordaba de ti. Y me preguntaba si habías llorado con sus muertes. Y quería poder abrazarte.
¿Harry Potter? Always.
Amo Friends, siempre lo haré. Porque me han acompañado desde hace mucho tiempo y siempre he querido algo así en mi vida.
Intento estar bien.  De verdad. Hace tiempo que no voy a ese lugar oscuro. Hace tiempo que tú apareciste. 
Y sólo sé que es cursi. Y que es estúpido. Y  que la forma en que tus letras me mueven me da miedo.

"El saber que existes, que estás ahí, en medio de todo el caos que es el mundo, me hace sonreír, me hace feliz."

Déjame preguntarte a ti por esa chica a la que le dedicas los tuits, eh.
Lo mío no es amor, no sé que es. Porque hace mucho que ella me rompió el corazón. Porque amor no es pasarse las tardes llorando por sus demonios que se fueron internando en mi. Porque eso sólo era dañarme. Porque ella no es tan mala como parece. Porque no sé si ella alguna vez me correspondió y no sé su versión.
Sólo sé que pudo haber algo y no lo hubo. Y nunca lo habrá. Porque ella no me mueve, no me hace temblar. Y porqué sé que los besos tienen que significar algo. 

Y aquí estoy. 
De madrugada, escribiéndote.
Sólo con la luz del computador alumbrando el cuarto, con dedos temblorosos. 
Y....son ya casi las 4 y yo aquí. Escribiéndote.
Y con todo esto quedo como una maldita cursi llorona. Y aún así tengo una sonrisa que no me la quita ni dios.  

Coincidamos en sueños.
En letras.
En canciones.
En libros.
En sonrisas frente a una pantalla.
En suspiros.
Simplemente coincidamos.




Tu Cielo.