Siento no haberte escrito en meses, pero como te dije en la última carta, he estado cambiando.
He tenido subidas y bajadas, pero siempre trato de mantenerme arriba lo más que pueda.
Ahora tengo más ganas de vivir. Es bonito, ¿sabes? Sentir que vas a poder hacer todo, aunque las personas a tu alrededor a veces te hagan sentir que nunca lo lograrás. Espero que tú también lo estés sintiendo.
Hace mucho que no sé de ti. Y con eso quiero decir que en realidad, ya no sé de ti. De tu verdadero tú.
Supongo que es mi culpa, yo te aleje, pero tú no hiciste esfuerzo por volver. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué en realidad no valgo tanto la pena cómo para volver?
Y ya no siento rabia, ya no hay nada.
No hay mariposas, en realidad, murieron hace mucho. Y tus besos saben a vacío. Que aunque tratemos de revivirlas con tu caricias en mis mejillas y con los labios luchando, no hay nada.
Aún te quiero, eres importante, pero ya no indispensable, porque la culpa está desapareciendo y quiero que siga así. Porque quise salvarte y sólo acabe con heridas en los dedos.
Y no pienses que te ignoro, simplemente que cuando uno es feliz es tan fácil encontrar lo bueno de la vida y sólo concentrarse en ello.
Espero encuentres lo bueno de la vida, y sigue siendo fuerte, y si te ofrecen ayuda, acéptala. Aunque quieras hacerte la fuerte, aunque quieras fingir que no te importa.
Porque quiero que estés bien. Porque a pesar de todo, te quiero.
Rose.
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