jueves, 26 de junio de 2014

Creo en ti. Creo en mi. Creo en nosotros.

Creo en la magia.
Creo en que recibimos lo que damos.
Creo en todas las formas en que se presenta el amor.
Creo que todos tenemos a alguien que nos complementa en alguna parte del mundo.
Creo en las historias que me cuentan los libros.
Creo que el mundo puede ser mejor.
Creo en el amor verdadero.
Creo en el poder de las letras.
Creo en los sentimientos que me transmiten la música.
Creo que existen esas personas que son tu familia aunque no sean de sangre.
Creo en las carcajadas.
Creo en las sonrisas tímidas, en las felices, en las verdaderas.
Creo en las miradas, en las atrevidas, en las cómplices, en las sinceras, en las amorosas.
Creo en las ganas de vivir cuando estás con esas personas y los ves y sientes que puedes hacer todo.
Creo en que podemos ser infinitos.
Creo que nuestras historias son eternas.
Creo que en reencarnar.
Creo en los amores que no pueden estar juntos y en otra vida vuelven a encontrarse.
Creo en esas personas que se han ido físicamente de este mundo, pero siguen aquí.
Creo en las fotografías pegadas en la pared de mi cuarto.
Creo en tu sonrisa.
Creo en el sonido de tu risa.
Creo en ti.
Creo en mi.
Creo en nosotros.

Poder ser.

Y arrancarme de la boca las palabras "te extraño".
Y poder tomarte de la mano algún día.
Y escuchar tu voz todos los días.
Y escuchar tu risa cada tarde o cada mañana.
Y sentir tus brazos rodearme durante la noche.
Y poder existir juntas.
Poder ser.
Por favor.


20:05

-Pase lo que pase- dijo Park-, te quiero.
Ella le rodeo la cintura con los brazos y él le abrazó los hombros.
-No me puedo creer que la vida nos diera esto- siguió diciendo Park -para quitárnoslo después.
-Yo sí- repuso ella-. La vida es una maldita.
Park la sujetó con más fuerza y hundió la cara en su cuello. 
-Pero depende de nosotros- afirmó con suavidad-. No tenemos por que perderlo.

Eleanor & Park,
Rainbow Rowell.

20:01

Alzó la vista para mirar a Park. A esos ojos de un verde dorado.

Me has salvado la vida, intentó decirlo. No para toda la eternidad. Seguramente solo temporalmente. Pero me has salvado la vida y ahora soy tuya. La persona que soy aquí y ahora es tuya. Por siempre. 

[...]

Una cree que si abraza a alguien con todas sus fuerzas lo tendrá más cerca. Una cree que se puede abrazar a alguien con tanta fuerza como para seguir sintiendo su presencia, grabada en ti, cuando te separas. 

Cada vez que Eleanor se separaba de Park, tenía la misma sensación de pérdida irreparable.

Cuando por fin bajó de la camioneta fue porque pensó que no soportaría seguir tocándolo y perdiéndolo una y otra vez. La próxima vez que se separara de él, le dejaría parte de su piel. 

Park se dispuso a bajar también, pero Eleanor lo detuvo.
-No- le dijo-. Quédate.
Miró nerviosa en dirección a la casa de su tío.
-Todo va a estar bien- le aseguró Park.
Eleanor asintió.
-Claro.
-Porque te quiero.
Ella rió.
-¿Por eso estará todo bien?
-Pues sí, la verdad es que sí.
-Adiós- dijo Eleanor-. Adiós, Park.
-Adiós, Eleanor. Hasta esta noche. Cuando me llames.
-¿Y si no están en casa? Vaya, eso sería decepcionante.
-Sería genial.
-Tonto- susurró con un resto de sonrisa en el rostro.
Eleanor retrocedió un paso y cerró la puerta.
-Te quiero- dijo Park para sí. O quizás en voz alta.
Ella ya no podía oírlo.
Eleanor & Park, 
Rainbow Rowell.

miércoles, 25 de junio de 2014

No me necesitas, soy sólo una persona fugaz.

Y sé que no te va a doler si me voy, no me necesitas, si me fuera ahora me recordarías por unos días y al cabo del tiempo me olvidarías. Sólo una persona fugaz en tu vida.

Y sé que no hay lugar para mi en tu vida y eso está bien, me conformo con saber que alguna vez te acuerdas de mi. Pero, ¿qué va a pasar conmigo si te vas? Porque aún no te has ido y ya te extraño.
Porque no sé sobrevivir a base de "quizás" y de montones de deseos de abrazarte y sentir tus suspiros en mi cuello, porque tengo montones de canciones con las que me acuerdo de ti y hacen que mi día sea menos malo, tengo cartas sin enviar porque soy una cobarde que no quiere enfrentar su realidad.

La realidad en que tú no me necesitas tanto como yo. Y da miedo. Que una persona tenga tanto poder sobre ti como para causarte ese sentimiento. Un sentimiento de perder lo que nunca has tenido.
Y me haces feliz con tan solo respirar, con mirarme por accidente cuando estás con tus amigos, con escucharte reír y ver tu pequeña sonrisa. Porque al verla algo se rompe siempre en mi, tal como le sucedía a Park con Eleanor.

Y a menudo imagino que pasaría si no hubiera tanta distancia entre tú y yo. Que pasaría si trajeras todos tus libros y me contarás todo sobre ellos, sobre sus personajes y cuales te duelen más. Ver tus ojos brillar por contar sus historias y todo lo que han hecho, ver tus dedos tocar con ternura las páginas que cuentan sus vidas. Me gustaría mucho ver ese espectáculo en tus ojos.

Porque eres hermosa, de una forma en que dan ganas de llorar de lo irreal que resultas ser.

Pero recuerdo que tu vida y la mía son ajenas, que tú tienes tus amigos y yo los míos. Que tienes cosas más interesantes que hacer que leer sobre lo mucho que quisiera existir contigo.
En otra vida será entonces.

Sigue deleitando a todos con ese brillo en tus ojos, nunca dejes que se apaguen, por favor. 
No lo soportaría, incluso si nunca lo veo de cerca, incluso si está dedicado a alguien más.

viernes, 20 de junio de 2014

15:27

Estamos hechos de pequeñas historias.
Tenemos letras escritas en la piel.
Canciones en los labios.
Personas en los ojos.
Y un nombre en cada latido.




lunes, 16 de junio de 2014

1:10 am

Y estos momentos son los que siempre vas a recordar. Las risas, las historias, las fiestas, el sentimiento de que no podría haber día o noche mejor que esa.
Vas a mirar a tu familia riendo por esas historias de viajes o de tardes que pasaron juntos y cuando te reunías con ellos en el patio de tu abuela y como sonreían y como aguantaban las lágrimas por revivir esos recuerdos tan importantes y por compartir historias de los que ya se fueron. Como tus tíos contaban las travesuras que hacías junto con tus primos, tus abuelos contando historias de sus padres y de cuando ellos eran niños, historias de tus padres y tus tíos de cuando corrían por la calle y jugaban a la pelota.

Y vas a mirar a tus amigos y vas a ver a una familia que no es de sangre y van a reír y a reír por todas las tonterías que han hecho. Recordarás a tus amigos sentados en un círculo, algunos en el suelo, otros abrazados y los vas a recordar riendo, porque esa noche son más jóvenes de lo que jamás han sido.

Recordarás las puestas de sol, con tu cabeza recostada en algún hombro con el humo escapando de los labios y riendo suavemente, con lágrimas de nostalgia en los ojos.
Mirarás las fotos y sabrás que tuviste una buena vida, si, hubo bajadas, pero sin ellas nunca podrías haber vuelto a subir. Los malos recuerdos serán borrosos, serán como un mal sueño, algo lejano. Algo que ya no puede dañarte más.
Abrazos que no te soltaban aunque te marcharas, sonrisas plasmadas en recuerdos y fotografías, risas eternas, historias escritas en la piel, historias felices. Tardes inmortales con personas que siempre vas a tener ancladas al alma.

Sólo aprende a disfrutar lo bueno.
Sólo eso.



sábado, 14 de junio de 2014

No queda más que esperar, ¿no?

Y a veces me extraño.
Hay días, como hoy, en que el cielo está cubierto de nubes grises y tengo ganas de reír y llorar, ganas de estar con Liz o de estar con alguien con el que los veranos sean eternos.
Y recuerdo el otoño del 2012 y me (nos) extraño.
Y recuerdo el invierno del 2012 y quiero llorar.
Y recuerdo el verano del 2013 y quiero regresar.
Porque mi mejor amiga fue la pantalla del computador y mis enemigos fueron los complejos y aprendí a convivir con ellos.
Porque hay tantas canciones en esos momentos que cada vez que las escucho en la radio, escucho como algo se rompe en mi.
Porque siempre me la paso extrañando cosas pasadas y me lastima no poder regresar. Pero sé que duraron el tiempo que tenían que durar.
Pero ahora solo veo como el humo se escapa de entre mis labios. Y veo a las personas caminar felices por la plaza. Y Liz está a mi lado y no puedo echarme a llorar por cosas perdidas.
Pero está ese anhelo de conocer personas que me hagan sentir infinita. Porque quiero conocer lo que se siente tener ese verano. Ese verano que te cambia y te hace feliz.
Y recuesto mi cabeza en el hombro de Liz y ella dice alguna estupidez y soltamos a reír.

-Forever young, I want to be forever young, do you really want to live forever, forever and ever?
-Oh dios mío, cállate.
-Así me amas.
-Claro que sí, idiota.

viernes, 13 de junio de 2014

00:28

 -Te quiero. 
-Eso. No lo digas más.

-Me da miedo
-¿Quién?
-Tú.
-¿Yo?
-Si. Tu. Toda tú.
-¿Por qué?
-Porque eres realmente tú. Tan real. 


-Me gustas. Tú me gustas.


-No quiero esto.
-Entonces, será mejor que no hablemos en unos días.


-Sabes que siempre estaré aquí, no importa lo que decidas o lo que pase.


-De verdad quisiera estar junto a ti.

-Nada, que seas feliz.

-Ya no puedo más.

-Es que tú eres hermosa, hermosa, hermosa. Me gustas, mucho. Yo y mis celos, yo y mis canciones en espera para dedicarte, yo y mis cartas y mensajes sin enivarte. Tú y tu ipod repleto de música como tú, genial. Y la vez que nos vimos, que te miraba y te miraba. Y así. De verdad, me gustas mucho. Mucho, mucho, mucho, mucho. 


-Así te quiero yo. Así, así y así. Así me encantas. Estoy enamorada de ti. 

-¿Cuántas veces no me he imaginado que pasaría si estuvieras conmigo? Muchas. Demasiadas. 

-Perdóname por no ser como tú quieres.

-Te quiero.

-Te extrañaba.
-Nunca me fui.
-Pues llegaste, otra vez. Para mi, es así.

-Sería mejor si estuvieras aquí.

Siento habernos dejado. Siento haber sido tan inmadura y estúpida. Y a veces duele. Duele pensar que alguna vez juramos estar ahí y hoy cada una con su vida, ajena a la de la otra. Si, a veces nos extraño. Me extraño. Te extraño. Y ojalá pudiera arreglarlo y seguir hablando pero sé que es tarde. Sé que tu vida está hecha y no hay lugar para mi. Y que hemos cambiado y que hemos aprendido. Y ahora somos tan distintas y tan ajenas.

Espero que hagas todo lo que desees, espero que la vida te trate bien.
Y sé que nunca leerás esto, pero...Espero que estés bien.

Estoy bajo tu mismo cielo, dijiste.
Ojalá nos hubiéramos quedado bajo él más tiempo.

domingo, 8 de junio de 2014

Rotos pero completos.

Los domingos son mis mejores y peores días.
Porque siempre tengo la grandiosa idea de terminar libros que se que me destrozarán.
Y cuando termino de llorar las últimas letras en ese papel, miro hacia abajo esperando ver partes mías en el suelo. Desgarradas, esparcidas por todos lados con sus esquinas filosas.
Y entonces, tomo la libreta escondida en la habitación y vuelvo a escribir.
Y me entran inmensas ganas de un abrazo, pero estoy sola. Y sólo yo puedo volver a unirme.
Y hay algo bello en romperse de esa manera.
Hay algo que te dan ganas de vivir la vida con esos libros. Vivir la vida que les negaron o que no pudieron continuar.
Y en un momento de locura, rompes a reír.
En medio de las lágrimas y las mejillas manchadas, nace una risa temblorosa.
Sabes que ellos fueron felices a pesar del desenlace.
Porque sabes que en la vida pocas veces hay finales felices.
Porque así es la vida.
Une caminos y después los separa. Arrebata personas. Da sentimientos. Da sonrisas y amor. Da tristeza y risa. Da vida.
Y estás acostumbrada a ese sentimiento.
Viene, te abraza y tú sigues soltando pequeños sollozos. Llego puntual a su cita de siempre.
Y te dice, ya pasará, respira, respira, te mece entre sus brazos y te acaricia el cabello.
El sentimiento de estar roto pero seguir completo, el sentimiento de llorar y querer salir a abrazar a la vida.
Lo sé, lo sé.

martes, 3 de junio de 2014

Y supe porque te llamaban Sol.

Yo siempre fui de esas personas que caminan bajo la lluvia con paraguas y tú me enseñaste a disfrutar de las gotas correr por la piel.
Acostumbraba mirar las nubes negras de mi vida y tú las hiciste grises, hiciste que el cielo se despejara y el Sol brillara.
Me enseñaste a tocar las nubes con la punta de los dedos.
Y que yo siempre fui de esas a las que le duele todo y que nunca olvidan y ahí estabas tú, con el té sobre la mesa y una sonrisa amorosa para curar las heridas.
Y las noches sin descanso, tu mano y la mía se encontraban a pesar de la distancia.
Que las mañanas en las que me preparaba para salir de casa a regañadientes, me susurrabas al oído y el día se hacía más ameno.
Y a menudo deseaba que toda mi vida acabara, pero entonces, tú me mirabas y deseaba poder vivir para siempre.
Cuando sentía que los demonios querían salir a jugar, te buscaba y nuestras miradas coincidían y todo se aclaraba.
Y  me besabas, suave y tiernamente. Porque, con la persona adecuada, los besos tienen a veces poder curativo.
Y por la tarde, sonaban esas canciones que me dolían en la piel y tú llegabas y volvías a juntar mis piezas.
Y me enseñaste que las canciones tristes también están hechas para bailar.
Que no importaba mi torpeza, me tomaste entre tus brazos, y dimos vueltas entre risas, entre lágrimas.
Y te recoste contra la puerta de mi auto y choque suavemente nuestros labios.
Fue esa clase de beso del que nunca podría hablar en voz alta a mis amigos. Fue el tipo de beso que me hizo saber que nunca había sido tan feliz en toda mi vida.
Tengo que irme, dijiste en voz baja, sentí tu sonrisa contra mis labios.
Y caminaste hacia tu auto.
Y diste la vuelta y  me sonreíste. Y entonces supe porque ellos te llamaban Sol.