miércoles, 30 de abril de 2014

18:02

No te atrevas a hacerlo, cariño. No te atrevas a prometerme eso cuando sé que son palabras vacías.
¿Cómo hacer para no sentir culpa por seguir adelante? ¿Cómo haces sentirme así? Juras que estás rota, cuando solo estás un poco quebrada de las esquinas. ¿Cómo rechazar besos que me curan y a la vez abren de nuevo la herida? Porque me respondes Te amo más y después juras que no amas a nadie y nunca lo harás.
Porque vienes, me besas y todo es vacío. Nunca nos imagine como ese tipo de personas que dan besos con sabor a nada, que me tomas de las mejillas de sorpresa y chocas nuestros labios.
Que reabrimos las heridas durante esas tardes en mi casa, en mi cama, con los discos alrededor nuestro.
Y lo peor es que nos unen más cosas que las que nos separan. Me apresuré al pensar que tú podías ser ese alguien. Y uno acaba dándose golpes contra el asfalto cuando descubres partes totalmente desconocidas de alguien que amas.
Y hay más lágrimas que besos. Hay más piel erizada que abrazos cálidos. Y más decepciones que promesas.
 Y algo ha cambiado, ahora ya no paso horas imaginando que pasaría si los besos supieran a algo, si volvieran a significar algo.
Y he dejado de reabrir las heridas tan seguido, porque no quiero arruinar la cicatriz. Porque no creo que valgas arruinarme la piel.

jueves, 24 de abril de 2014

El libro la rompió.

La vi pasar las hojas, vi sus ojos beber las palabras, vi su mente creando los escenarios que le describían esas letras.
Vi sus manos sostener delicadamente ese mundo plasmado en palabras, vi como se olvidaba de todo su alrededor y se adentraba en ese maravilloso mundo que tenía entre sus dedos.
Vi como los ojos comenzaban a escocerle, como las lágrimas caían por sus mejillas y morían en su barbilla, vi a algunas de ellas morir en sus labios.
Aún así ella siguió leyendo, pasándose el dorso de la mano por los ojos para detener las lágrimas, su pecho subía y bajaba rápidamente y aún así no dejo de leer.
Sentí su dolor, sentí el dolor de los personajes, sentí la historia.
Ella devoraba rápidamente las páginas, las lágrimas nunca dejaron de caer por sus mejillas.
Y entonces, se acabó.
No había más páginas.
Se rompió.
Y ella se volvió añicos.
Temblores gobernaban su cuerpo, se encorvo y cubrió su boca y las lágrimas eran ríos.
Me acerqué a ella.
La rodee con mis brazos y se apoyo en mi.
Nunca la había visto más hermosa.


« Quise decirle muchas cosas a la ladrona de libros, sobre la belleza y la crueldad, pero ¿qué podía contarle sobre todo eso que ella no supiera? Quise explicarle que no dejo de sobreestimar e infravalorar a la raza humana, que pocas veces me limito únicamente a valorarla. Quise preguntarle cómo un mismo hecho pude ser espléndido y terrible a la vez, y una misma palabra, dura y sublime. Sin embargo, no abrí la boca. Sólo conseguí hablar para confiarle a Liesel Meminger la única verdad mía. Se lo dije a la ladrona de libros, y ahora te lo digo a ti.


ÚLTIMA NOTA DE LA NARRADORA
Los humanos me acechan. »

lunes, 21 de abril de 2014

23:30

-¿Estarás bien?- preguntó, dándome un pequeño apretón en el hombro, tratando -inútilmente- de consolarme. Pero ella sabía que nada lo haría, que no había forma de consuelo para algo así.

-Lo estaré con el tiempo. ¿Sabes? No es la primera persona que pierdo, sobreviviré, siempre lo hago, ¿no? Es lo mejor que sé hacer, seguir. - respondí, tratando de esbozar una sonrisa y rezando por no ponerme a sollozar delante de ella.

Pero sabía que nunca lo haría, que nunca me había perdido a mí misma de tal manera. Que había sido arrancada deprisa, dejando un vacío que calaba cada vez que respiraba, que las lágrimas no me alcanzaban para expresar la tristeza. ¿Cómo se sobrevive cuándo te pierdes? ¿Cómo reconstruir algo que está hecho polvo? 
Pero sigues, tienes que hacerlo, fingiendo una sonrisa, fingiendo un brillo en la mirada. 
Tú ya no estás ahí. Ni siquiera tus ruinas lo están. Es sólo polvo de lo que alguna vez fuiste. 


Me da un último apretón en el hombro y se va, con su cigarro muriendo en sus labios y permanezco ahí, mirando el vapor de mi café, deseando desaparecer en el aire como lo hace el vapor. Silencioso, indoloro, pacífico. 



Y suspiro, viendo el pequeño trozo de mi vida -lo que queda de ella- escapar de mis labios. 

Perderlos.

Mi madre siempre me lo ha dicho. Algunos amigos no son para siempre. Unos simplemente te van a acompañar por corto tiempo y se irán, porque así tiene que ser. Pero nunca hablo de cómo dolía que se fueran. De cómo dolía que sigas viéndolos en la escuela y ellos estén con otros chicos, llamándolos "mejores amigos" cuando ellos te llamaban así hace dos años. Nunca me hablo de ese dolor.
Porque no entiendo como alguien puede decir que son una familia y que pase un verano y ya no sean nada. Que tú siempre has querido pertenecer a un grupo así, simplemente pertenecer.
Ni siquiera lo hago ahora. Y es...feo.
No tengo a nadie realmente cercano. Siempre fui la que sobraba. Y uno va perdiendo las esperanzas. Uno se acostumbra a ese papel.
Es como estar en una estación, viendo los trenes ir y venir, platicando con los que esperan al siguiente tren junto a ti y entonces, el tren llega y ellos se van. Y tú te quedas ahí. Nunca subes a un tren porque todos van llenos. Siempre esperando uno con pocos pasajeros. O uno vacío.
Y entonces, estás en la escuela y te encuentras con uno de esos que eran de la "familia" y lo saludas normalmente y te voltean la cara.
Es horrible.
Y te acostumbras.
Y entonces, recuerdas esos 8 años con ellos y no sabes que paso. Si, que todos maduran, cambian.
Pero, ¡por favor! No saben como duele tragarse el nudo en la garganta, sentir la picazón de las lágrimas pidiendo escapar. Sentir que no eres suficiente. Que tu papel es ese. Dar todo por un grupo y al final no recibir casi nada.
...
Y en este momento de mi vida estoy en un tren algo lleno. Haciéndome un huequito entre tanto pasajero. Esperando con ellos, deseando que el viaje no acabe.

Son buenos pasajeros, no quiero que acabe.

domingo, 13 de abril de 2014

Por la madrugada. 2:28 a.m. (I)

Y hay veces en los que no sé que escribir. No sé a quien dedicarle versos, porque hay personas que no saben como cuidarlos; que los toman en sus manos y los magullan. Sin importarles nada.
Hay veces en que desearía encontrar a alguien con quien poder sincerarme y contar todo, contar mis miedos, sobretodo. Hay veces en que tienes que ser optimista, aunque quieras morirte y que te dejen de joder. Veces que ya no sabes que hacer, que no sabes si vale la pena seguir.
Hay veces en que alguien te da la mano y te vuelve a empujar. Pero tienes que volver a levantarte, aunque te empujen y empujen.
Hay veces que deseamos un abrazo, sólo eso para sentir que el mundo puede ser mejor.
Hay veces en que te cansas de intentar, que estás un poco rota de las esquinas pero no te das por vencida.
¿Cuándo encontraremos a esas personas que nos harán sentir infinitas?
Porque están esas veces en que piensas que nunca lo serás.
Y también están las veces en que sientes mariposas en el estómago y esa persona está al otro lado del mundo.

Y están esas veces -extrañas- en qué te sientes...feliz.
Cómo cuando estás con tus amigos, tirando tu cabeza hacia atrás, mientras ríes a carcajadas por una broma que alguien hizo. Sonriendo aunque no sea para una fotografía. Sintiendo que puedes hacer todo.

Y otras, que pasan durante la madrugada, mientras escribes alguna entrada en tu blog, que te sientes feliz y triste al mismo tiempo y no sabes como puede ser eso. Pero tú eres así. Siempre has sido así. Imaginando cosas que deseas que pasen, tal vez insultándote por ser una tonta, tal vez al borde de las lágrimas porque son tantas cosas que no dices que te ahogas, que después de llorar te llamas a ti misma ridícula.

Pero hay veces en que sabes que sólo tienes que aguantar un poco más. Que esas veces no son para siempre.

sábado, 12 de abril de 2014

Y así va a ser.

Y habrá días en los que querrás estar con los que amas y otros en los que querrás estar sola, contigo misma y nadie más.
Habrá otros en los que vas a querer poder tomar a alguien de la mano y después no querrás tener nada con nadie.
Días en los que tu familia y amigos serán causantes de lágrimas y otros en los que te harán feliz hasta el punto de vomitar azúcar, flores y muchos colores.
Días en los que sentirás que puedes ser infinita y otros en que pensarás en que nunca lo serás.
Y van a haber días en los que el amor será de lo más bonito. Y otros en los que no vas a querer escuchar de él.
Van a haber días de mierda y te vas a querer morir. Así cómo van a haber días que vas a querer que sean eternos y vas a querer vivir por siempre.
Y de eso se trata la vida, de querer encenderse y apagarse. De amar y odiar. De vivir.

Vivamos juntos.

viernes, 11 de abril de 2014

Ellos.

¿Has sentido que es el mejor día de tu vida?
Ese día en el que estás con todos ellos, que ríen y ríen.
Y todos se abrazan.
Y no hay odio.
Y tú no te sientes sola.
Y no hay malos pensamientos en todo el día.
Y sientes que puedes hacer todo.
Compran lo que sea y lo reparten entre todos.
Hay chicos nuevos en la familia.
Recorren las calles hasta encontrar el lugar perfecto para pasar el día.
No hay ganas de regresar a casa.
Ríes hasta que el estómago te duele.
Es el último día.
Comienzan las vacaciones y sientes que van a ser eternas sin esos momentos.
Quieren aprovechar el tiempo.
Ignoran que la vida es eterna.
Y son esos momentos que siempre vas a recordar.
Son esos momentos que hacen que no te rompas todos los días.
Las fotografías te ayudan a sonreír aún con lágrimas en los ojos.
Y es lo más cercano a la felicidad.
Y sientes que no los necesitas más que a todos ellos.

miércoles, 9 de abril de 2014

Palabras que liberan pensamientos.

Estoy harta.
Yo, de verdad que no entiendo, ¿cómo se pueden sentir bien, haciendo sentir mal a alguien? ¿Cómo se sienten al mirarse al espejo y ver la clase de persona que son? ¿Cómo hacen para estar en paz con ellos mismos?
Inevitablemente siempre nos vamos a encontrar con gente así toda la vida y tenemos que aprender a ignorarlos. Difícil. Y es que me he encontrado con los dos adultos más desagradables de la Tierra (vale, quizá este exagerando) y se han molestado por una tontería, en serio, que me han entrado ganas de reír y llorar por lo absurdo que fue.
Y fue un día largo.
Porque las palabras que me dijeron liberaron pensamientos que había estado evitando, formaron el "torbellino" y estuve a punto de volver a caer. Quise llorar y arañarme. Quise volver a destrozar. Volver a tomar el diario escondido y escribir.
Y no quiero ir así por la vida. No quiero que las palabras de desconocidos me afecten.
¿A caso piensan antes de hablar? No sé cómo funciona la mente de ese tipo de personas. No sé como duermen sabiendo que han dañado a alguien. 
¿Cómo consigues ser alguien en la vida con esa actitud? 
Todos recibimos lo que merecemos...Pobres de ellos. 
Van por la vida dañando gente y liberando pensamientos.
¿Cómo volver a encerrarlos? ¿Cómo sobrevivir a su ataque? ¿Cómo curar sus rasguños?

Nos dijeron que teníamos que ser buenos. No nos dijeron que los demás no lo serían.

El anillo entre la arena.

¿Y tú? ¿Qué es lo que te trae por aquí? Bueno, ya que estas aquí, voy a contarte una historia. Siéntate, siéntate. Que va, no, no es trágica. He estado descansando de ellas. Pido disculpas por mi forma de narrar, pero con el paso de los años y la soledad, uno se olvida de como se cuenta una buena historia. Entonces, ¿te quedas hasta el final? 


Se conocieron en el trabajo, ella llevaba tiempo ahí, mientras él acababa de llegar.
Fue amor a primera vista. Aunque él siempre diga que fue ella quien lo persiguió.

Ella siempre fue callada, él siempre reía. Ella no creía que fuera atractiva, nunca lo creyo. Él pensaba que era la mujer más hermosa que había conocido.

Después de un tiempo, la invito a salir, le compró flores y la invito al cine y a cenar.
Y así fue por tiempo, hasta que tuvo el valor de pedirle que fuera su novia. Y ella creía que el corazón se le saldría del pecho.
Él conoció a sus padres y a sus hermanas. Ella conoció a su madre y a sus hermanos.
Y cuando se casaron ella no podía creer que al fin había encontrado a alguien que la hacía completamente feliz.
Compraron pequeña casa, cerca de una pequeña playa. Y adoptaron a un cachorro abandonado, al que llamaron Tom.

Todas las tardes, él daba un paseo por la playa, llevaba a Tom de la correa y observaban el atardecer. Hasta que una tarde, él jugo con Tom en la arena, y al momento de irse, observo que su anillo de matrimonio ya no estaba en su dedo.
Volvió a casa asustado, contándole a ella lo que había pasado. Ella con lágrimas en los ojos le dijo que no se precupara, aunque por dentro se desgarrara.
Él no quería verla triste, no quería ver lágrimas en sus ojos.

Volvió a la playa y la recorrió toda, busco entre la arena, mientras el Sol moría y el cielo se teñía de su sangre.

Ella se quedo en casa, enguajandose las lágrimas, preocupada, vio el reloj y noto que ya era de noche, que el cielo estaba oscuro y la única luz eran las estrellas.

Y entonces, lo distinguió a lo lejos, venía caminando hacia la casa entre sombras.
Él simplemente se coloco delante de ella, le secó las lágrimas con dulzura, y tomó sus manos, chocando los anillos suavemente. Y se amaron entre susurros.
Te amo.
¿Siempre?
Siempre.


Y déjame decirte que lo cumplieron, la historia de mis padres hace que no pierda la esperanza, ¿sabes? Ahora veté de aquí, sigue tu camino. Nos volveremos a ver. Siempre hay más historias en el mundo que contar. Y tú y yo aún tenemos muchas que contarnos.

martes, 1 de abril de 2014

No me alcanzaron los abrazos.

Medía su vida en amaneceres, en veranos y atardeceres. Repartía su corazón en cada carta no enviada. Era una de esas personas que sonreía aunque no fuera para una fotografía. Me gustaba verla jugar en la arena. Como una chiquilla el primer día de verano.
 Me gustaba acariciar sus mejillas y besarle los hoyuelos.
Escucharla tararear cuando creía que no le prestaba atención. Amaba abrazarla y esconder la cara en el hueco entre su hombro y su cuello.
Me gustaba que su cintura no fuera delgada como el de las chicas en las revistas ni que sus piernas fueran largas y perfectas. Me gustaba que no fuera delgada como la sociedad lo dictaba. Porque ella era perfecta a mis ojos. Cuando ella reía y se escondía entre mis brazos.
Ella me daba la mano y no hacía falta más.
Que sus abrazos eran de esos que aunque te marcharas no te soltaban.
Y sus besos eran como volver a casa durante una tormenta, cambiarse la ropa mojada a una cómoda y seca y acurrucarse junto a la chimenea.
Creo que la extrañaría incluso si nunca nos hubiésemos conocido.
Era una de esas personas que te alegra, no sólo el día, si no toda la vida.
Era mi persona preferida en el mundo.
Y la miraba a los ojos y era como si todo estuviese en su lugar.
Y entonces, se acabó.
Y para mí era como un trozo de mi vida que me arrancaron sin pedírmelo y deprisa.
Y que no me alcanzaron los abrazos para retenerla a mi lado un poco más.
Y entendí que la vida no es eterna, pero que todos los recuerdos sí.
Que, algunas veces, no sólo los malos recuerdos te ponen tristes. También los felices lo hacen, porque sabemos que no volverán a suceder.
Porque cuando realmente eres feliz, es tan fácil encontrar lo bueno y sólo centrarse en ello.

Me dijeron que los "nunca" y "para siempre" no existen.
Pero en este caso si existían.
Nunca regresaría. Y para siempre la amaría.



"Si pudiera volver a escuchar su risa,
la guardaría
para dejarla sonar
cuando el silencio cruce la soledad."

Amar una eternidad.

¿Qué se sentirá cuándo perdemos el amor de toda una vida? ¿Qué es amar descabelladamente por una eternidad y luego tener que verla partir? ¿Será una partida compartida en donde todo lo de una persona se va con la otra?
Y entonces, la miré.
Estaba ahí, sonriendo.
Viviendo a su ritmo.
Como si la vida fuese eterna.

"Quisiera que fueses para siempre" - pensé.

Sé que te voy a extrañar cuando no estés, pues ni te vas y ya te extraño.