Eran días perfectos.
Con una taza de té, el frío, los suéteres grandes y nuestros dedos entrelazados.
Los labios rojos, hinchados y mordidos.
Con el único deseo de abrazarte por un largo tiempo.
Tú sumergida en The Lovely Bones.
Sin poder apartar mis ojos de ti, sintiendo que el corazón podría escaparse de mi pecho en cualquier momento.
Eran días perfectos.
Y no lo supe hasta que ya no estabas.
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