lunes, 29 de septiembre de 2014

De algún día y de ganas de desaparecer. (O el asco de las 20:32)

¿Algún día las voces se van?
¿Algún día dejas de sentirte que no eres suficiente?
¿Algún día dejas de llorar cada vez que regresas a casa por la noche?
¿Algún día las nauseas y el asco que te das, se van?
¿Algún día voy a tener a alguien que me anestesie todo?
¿Algún día la ansiedad se va a ir?
¿Algún día alguien estará otra vez para mi?

Me han dicho que cómo yo me sienta, me veré. Pero, ¿y si lo único que siento son ganas de desaparecer?

sábado, 27 de septiembre de 2014

Yo también.

¿Alguna vez te has sentido incómoda en tu piel?
¿Alguna vez has querido quitarte a arañazos esa sensación?
¿Has sentido esa ansiedad por cosas tan simples cómo ir a la escuela? ¿Cómo ir por las tardes a hacer eso que esperas tú, te de un cuerpo aceptable para todos?

¿Alguna vez has regresado a casa a llorar en la ducha? ¿O simplemente has derramado unas lágrimas e intentado distraerte con música o con los deberes?
¿Alguna vez has sentido que no eres suficiente?
¿Has querido gritar por todas las palabras que te han dicho? ¿Por las que  te has dicho?

¿Has querido simplemente, "tirar la toalla"?
¿Te has dicho, alguna vez, que no te importa la opinión de los demás? ¿Y aún así todo sigue doliendo demasiado?
¿Has sentido que quieres escapar o hacer lo que sea, con tal de no volver a ese lugar o escuchar algo que te recuerde lo que eres?

Yo también.
Y vuelvo aquí, donde me expongo. Y vuelvo allá, donde ya nadie está para escucharme.
Quisiera simplemente dejar de sentirme así. Quisiera que todo fuera tan fácil como llevar las manos a mi nuca y encontrarme con un cierre y bajarlo y quitarme lo que soy.
Quitarme esa ansiedad que viene a mí cuando se me acaban las cosas para distraerme y entonces mi realidad vuelve a mí.
Porque yo he estado y nadie está. Ni siquiera yo.
Y quiero que las ganas de llorar cada vez que vuelvo a casa por la noche, se vayan. Porque cada vez necesito más cosas con las que distraerme y cada vez son más grandes las ganas de desaparecer.

No sé porque vengo aquí, porque sé que esto no interesa a nadie, porque sé que me expongo a mí y a mi triste existencia. Porque llego al punto en el yo misma me parezco ridícula.

Solo quiero que la ansiedad se vaya, las ganas de quitarme la piel, las náuseas de ser yo y dejar de pensar.

Dejar de pensar, sobretodo.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

20:28

Las puntas de mis pies han rozado la entrada a ese lugar oscuro del que tanto miedo tenía Charlie.
Creí haber retrocedido kilómetros, pero me he dado cuenta de que nunca me he movido. 

Y creí que al escribir sobre esto todo se haría peor, pero mientras tecleo veo que no avanzo hacia ese lugar. Porque regresar ahí es volver a mi antiguo yo. Alguien a quien odio. 
No sé que más decir. 
Porque no sé si tú alguna vez habrás sentido eso, que no eres suficiente, que llegas a extremos porque simplemente no quieres mirarte al jodido espejo. Porque constantemente tienes ese miedo. Un nudo en el estómago. Un miedo de hacer el ridículo. Te pasas la tarde leyendo y escuchando música y tus padres piensan que es porque no quieres hacer nada cuando en realidad solo quieres dejar de pensar.

Dejar de tenerle miedo al espejo, de tenerte compasión. 

Hay personas que nacen con suerte y todo les va bien y después estoy yo, que me he pasado mi vida preguntándome donde está la mía. Y si es que existe.

Y esto es lo malo de no hablar con nadie, nunca hablo con nadie sobre esto. Y ese tipo de pensamientos que quiero evitar comienzan a aparecer de nuevo. 

No todo es malo. Hay días buenos en los que pienso que nunca volveré a ese lugar. Días en que puedo creer que puedo hacer todo en mi vida. Que quizás, encontré mi suerte. 

Y después, me veo al espejo. Veo el modelo de belleza que la sociedad impone. Y simplemente vuelvo a ese lugar, comienzo a decirme que soy una tonta por pensar que podré hacer todo lo que sueño. 

Y si, sé que atraemos lo que pensamos, también sé que yo soy parte de la sociedad y que todos los demás también y que están al tanto de lo mal que está y no hacen nada para mejorarla. 

Solo quiero dejar de pensar. 

sábado, 20 de septiembre de 2014

Me gusta recordar eso. (O imaginar).

Cuando me tomó por primera vez de la mano, dándome una mirada somnolienta y una sonrisa lánguida, tanto que pareció que no existía.
Cuando paseábamos las veces que no podía conciliar el sueño e íbamos por un desayuno de medianoche o simplemente íbamos sin rumbo, viendo las luces de la ciudad difuminarse. 
Cuando me escribía a medianoche y le sonreía desafinadamente al móvil.


Recuerdo sentir como si el corazón pudiera escaparse de mi pecho a las 4 am.

Era un sentimiento bonito.

Las manos sudorosas y las mariposas. 
Las canciones susurradas sobre piel erizada. Is it any wonder that the stars shine out for you?

Cuando me dijo te necesito con las lágrimas corriendo por sus mejillas mientras hablábamos sobre nuestros sueños de escapar.

Decía amo el frío y entrelazaba nuestros dedos y sentía que dejaba de anhelar tiempos más fáciles.
Me abrazaba y yo reía, porque por un momento me olvidaba de todo.
O esas tardes en las que se quedaba en mi casa a ver a esas 3 chicas y 3 chicos que nos sacaban risas hasta llorar. I'll be there for you... 'Cause you're there for me too.

Cuando un 11 de Noviembre canto conmigo mientras veíamos un maratón de esa serie que sabe que amo. Yes you can hold my hand if you want to cause I want to hold yours too.
Me daba sus bufandas en los momentos más inesperados y me daba un beso en la nariz.
Cuando R me dijo que no creía en el amor duradero y yo solo atine a mirarle en la distancia.
Cocinábamos en fin de semana y la cocina acababa siendo un desastre. 

Amaba sus letras y sus sonrisas tímidas.
Verle sus ojos oscuros, porque siempre he creído que el color no hace bonitos a los ojos, sino su brillo. Y los suyos brillaban cada vez que le miraba.
Escribirle notas tontas y esconder las en su chaqueta de mezclilla. 
Besarle las heridas y revolver su cabello.
Cuando apoyaba mi cabeza en su hombro y me tomaba de la mano y sentía que estábamos más cerca que nunca. 

Cuando mi lado fangirl se activaba y se reía dulcemente de mis reacciones.
Cuando le miraba leer y sus dedos acariciaban las páginas.
Cantábamos en el auto y soltábamos carcajadas. I will be king and you will be queen.
Las videollamadas de medianoche llenas de risa y de pláticas tontas.
Las ganas de verle a todas horas.

Me gusta recordar todo eso.

5:23 a.m. (O cuando el huracán dejaba la ciudad.)

Y por primera vez la vi destrozada, con partes de ella arrancados, con toda la intención de hacer daño.
Escuche su llanto, sus temblores y los gritos. Las ventanas se estremecían junto con ella, me mantuvo en vela toda la noche, viéndola destruirse.

El caos era parte de ella, el viento azotaba y las lágrimas caían. El sudor me recorría, el miedo y el pánico estaba en todos.

Me dolía verla así, me ardía la piel por el daño que estaba sufriendo. No había sol en sus ojos, todo era gris.

Me contaron que no era la primera vez que se destruía de esa manera. Y que no era la única. 

Pensé en los demás, en los que ya estaban acostumbrados a verla así.

Y ahora me encuentro viendo lo gris en sus ojos. Sólo quiero que el Sol brille en ellos de nuevo.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Algo para el futuro.

Una casa bonita. Un trabajo que me guste.
Una persona que me entienda. Un par de pies que me guíen.
Un lugar para cuando mi mundo se derrumbe. Un lugar al que viajar.
Otro para quedarme para siempre.


Algún día.
Lo sé.

18:23

Sé que mi camino es difícil,
dejarte es difícil,
volver a ti es difícil.
No hay ninguna solución, pero déjame decirte
que me puedes torturar un día entero,
quizá incluso un mes,
pero no olvidaré todo el sufrimiento
y todas las noches de sueño que me robaste,
mi vida contigo, con todas las cosas buenas y malas.
Y tú, tú te encuentras con alguien que te quiere,
que está dispuesto a curar tus heridas,
que te devolverá la felicidad,
que hará que olvides,
que te hará salir de mi país de duelo.

BADR BEN ABD AL -  MUSHIN.

martes, 9 de septiembre de 2014

i (II)

Y me abrazo.
Envolvió sus brazos a mi alrededor y me apretó fuerte.
Te extraño, dijo.
Le envolví en mis brazos.
Escondí mi cara en su hombro.
Le abracé fuerte.
Te extraño, repitió.
Nunca me fui, quise decirle.
Pero las palabras se negaron a salir de mi boca.
De verdad lo hago, volvió a decir.
Y comprendí.
Solo atiné a abrazarle más fuerte y decirle que que también le extrañaba.
Y sé que entendió.



Otoño e invierno.

Hoy he querido que lloviera.
Que lloviera y acurrucarme en el sofá o en la cama. Enterrarme en miles de cobijas o tal vez armar una casa con las sábanas mientras Bon Iver sonaba de fondo y seguir leyendo sobre Barnaby Brocket.

He mirado bajo el armario y me encontrado con la caja de todos nuestros años. Miré las fotos de cuando eramos más jóvenes de lo que alguna vez fuimos. Encontré los discos que siempre me hacían llorar. Y que lo siguen haciendo, con la misma intensidad que la de entonces. He releído las cartas que nunca envíe y que tienen la tinta corrida y el papel es viejo por los años. Los viejos cuentos que escribía en invierno y un viejo atrapa sueños.

Siempre me ha gustado el otoño e invierno, aunque todo me sea más nostálgico.  Me gusta sentir el viento y usar sudadera, usar botas y pisar las hojas cobrizas. Tomar chocolate caliente y anhelar una mano que sostener. Preguntarme donde está mi suerte y qué es lo que hago mal.

Ver el cielo teñirse de rojo, anaranjado, rosa, morado y azul. Inhalar. Exhalar. Tratar de dibujar una vida mejor con la punta de los dedos.
Envolver una bufanda al rededor del cuello y que vuele con el viento, ver las luces de la ciudad difuminarse y escuchar canciones que te hacen sentir infinito.

Creer que todo va a mejorar y cantar un villancico. Ver viejos vídeos en la televisión y reír por los recuerdos. El cielo volverse lila o ver llover a través de la ventana mientras te arropas en un abrigo.
Viajes en carretera viendo películas de Navidad y aguantando las ganas de llorar.

Ir con la abuela, que la casa esté en silencio y quedarte dormida en el sofá, porque te parece lo más cómodo del mundo. Tomar té de canela y reírte de lo que dicen tus tías junto a tu madre. Participar en bromas y cerrar la puerta porque el frío los invade.

Y el ciclo vuelve a repetirse cada año a mediados de Septiembre u Octubre. Extrañar la época en la que sentías que podías hacer todo, que te sentías bien contigo misma y que estabas contenta.

Siempre extrañamos tiempos en los que estábamos a lo más próximo de la felicidad. 



lunes, 8 de septiembre de 2014

15:02

"Lo que perdemos, al final siempre vuelve a nosotros...aunque a veces no del modo que esperamos".

Luna Lovegood.