Escuche su llanto, sus temblores y los gritos. Las ventanas se estremecían junto con ella, me mantuvo en vela toda la noche, viéndola destruirse.
El caos era parte de ella, el viento azotaba y las lágrimas caían. El sudor me recorría, el miedo y el pánico estaba en todos.
Me dolía verla así, me ardía la piel por el daño que estaba sufriendo. No había sol en sus ojos, todo era gris.
Me contaron que no era la primera vez que se destruía de esa manera. Y que no era la única.
Pensé en los demás, en los que ya estaban acostumbrados a verla así.
Y ahora me encuentro viendo lo gris en sus ojos. Sólo quiero que el Sol brille en ellos de nuevo.
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