domingo, 30 de noviembre de 2014

Un otoño más.

Son las 2 am.
Y no puedo dormir.
Y las luces de navidad se enredan en mis piernas y en mi cabello.
Y me siento un poco feliz.
Y un poco triste.
Entra viento helado por la ventana pero disfruto del frío en mi piel, me hace sentir libre.
En paz.
Hay algo en el viento de madrugada que lo hace especial, que te hace un poco más eterno.

Han dado las doce y he conseguido un otoño más.
Yellow siguió sonando suavemente en la habitación y me ha dado un poco de melancolía, o nostalgia. Quizás las dos.

Y un poco de miedo, por tener que volver al mundo real en 22 horas
Porque no quiero volver.

El año pasado, en este día, nunca me imagine que haría lo que hice. Nunca pensé que me atrevería.
Las cosas no han cambiado mucho, sigo imaginando cosas en el aire, sigo extrañando las mismas cosas pero con menos intensidad y sigo teniendo ese miedo y esos ataques de ansiedad que tanto odio.
Aún quiero volver a atrás, volver a cuando sentía que todo estaba bien.


Los ojos me arden pero no quiero dormir, no quiero que el tiempo avance.
Quiero que el tiempo se congele.
Y las luces parpadean, son lo único que ilumina la habitación.
Todos duermen y las calles están solas.
Es domingo y es un poco triste.
Nos rompemos, nos volvemos un poco hechos mierda.
Y una voz rota se cuela entre la música.

No quiero crecer.

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