"Tengo que irme." Dijiste, levantándote de tu asiento, diste un par de pasos a la puerta y te seguí, me miraste y pasaste tus brazos alrededor de mi cuello, me diste el típico beso en la esquina de la boca, te quedaste así unos minutos; las manos me sudaban, el corazón me retumbaba en los oídos...
¿Recuerdas aquel día que me pediste un beso? El primero que darían tus labios contra los míos, ya no sería en la mejilla o en la esquina de la boca. Acepté, lo quería, lo queríamos, pero habían demasiados testigos, serían demasiados dedos señalando y demasiados comentarios hirientes. No quería que pasaras por eso. Ninguna de las dos. No quería remordimientos por ser como soy. Por amar lo que amo. Decidimos que en privado, pero no en ese momento, no ese día.
Más tarde, mientras bailábamos en la fiesta por las vacaciones de invierno, acercaste tu boca a la mía, pensé que lo harías, y el miedo se apodero de mi, no era yo en esos momentos, nunca lo soy fuera de casa o fuera de mi mente, pero te decidiste por el beso en la esquina de la boca, y el tema del beso quedo flotando, inconcluso.
Hace horas que te fuiste, que pasamos la tarde entre risas de nuevo y maldiciendo cosas que solo nosotras comprendemos, que me hablaste con el mote cariñoso que me diste al día de conocernos por primera vez, hubo ratos en los que estuve callada, pensando en como decirte si podía besarte, que si podíamos terminar lo inconcluso, tal vez así podría dejar de comerme la cabeza pensando que pasaría si lo hiciera, si tal vez por fin podría dejar de lastimarme con tus pedazos y seguir.
...El corazón me retumbaba en los oídos, alejaste un poco tu cara de mí, y por unos minutos los labios se rozaron, como el aleteo de la mariposa, y los presionaste junto a los míos, rápido, sin dar tiempo al miedo, nunca podré hablar de esto con nadie, porque, sé que para ti quedará en el olvido, tal vez. Lo deseo, porque una parte de mi tiene miedo de volver a ser la idiota que pasaba las tardes con el alma en un hilo por ti, no quiero volver a eso. No puedo. No saltaron chispas, no me marcó. Supongo que tendría que sentirlo, pero no lo hago, porque prefiero no sentir nada por ella que a sentir algo y seguir lastimada por sus espinas.
Al final, nos separamos y seguimos como si nada o eso queríamos creer, no sé que pensaste de todo eso, no sé si por la noche te comiste la cabeza por el beso, no lo sé, y no sé si quiero saberlo.
Ojalá lo olvides. Ojalá no te haya marcado. Ojalá no sientas nada. Lo siento.
Será nuestro secreto, cariño.
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