Seríamos como dos estrellas en el firmamento, y la gente nos contemplaría asombrados. Alzarían monumentos por tu sonrisa. Y venerarían el vaivén de tu falda, como si fuese la brisa de verano, soplando también las hojas secas en otoño, de ese color marrón como tus ojos, que parece pintar la corteza de mi vida cuando te digo "ven" y ya estás conmigo, y cuando "vuelve" sólo sirve para que te acerques de nuevo, un poquito más, hasta parecer dos planetas colisionando. Quizá no me creas, pero te juro que eres el centro de los universos más bonitos que existen.
-En un mundo de grises,
Sergio Carrión.
Y al volver a leer esto después de dos, tres años(?) me pone triste. Me siento triste, estoy en mi habitación a oscuras (como parecen ser mis días, como si las risas no pudieran terminar de borrar el gris de fondo), con miedo de acercarme a ese lugar de nuevo. De que aún hay asco, de que aún hay días en que quiero arrancarme la piel, de que quiero cortar mi cabello pero a la vez no puedo y cosas tan simples me hacen sentir una desesperación dentro, arañando mi pecho.
De que quisiera tenerte a mi lado, joder, de protegerte de todo el mundo y es tan fácil imaginarlo. Tan jodidamente fácil.
Que ayer por la noche, miraba las estrellas por la ventana del auto y me hacían recordarte, hacía frío y sentía que era una de esas noches eternas. Y las palabras escritas en un aparato no me bastan, nunca lo hacen y nunca lo harán y sé que tal vez, debería parar esto pero odio el pensar en dejarte ir o que encuentres alguien más, porque odio esta situación y odio las mentes cerradas y pequeñas.
Y a veces, me dejo fantasear con una tarde cualquiera en mi sala, contigo mirando una película y tomarte de la mano o abrazarte, como si fuera lo más natural del mundo, sin importar quien nos mire. Lo hice hoy, y solo puedo encontrar consuelo en letras tristes. Lo siento.
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