Era inmenso, todo el cielo nocturno se extendía sobre nosotros. Estaba despejado, la luna en lo alto y las estrellas a su alrededor, detuve mi andar y metí mis manos en la bolsa de mi suéter, respiré hondo.
Era increíble estar debajo de un espectáculo así, de poder ver las estrellas con tal claridad, de sentir el viento helado golpear mis mejillas y de ver las fogatas que las familias habían comenzado.
Los murmullos, el olor a chocolate caliente y el sabor de los malvaviscos derretidos en las puntas de los dedos, la luz de la luna iluminando el campo abierto entre las casas de campaña y el tímido sonido de las olas del mar.
La noche había caído lentamente, la luna rojiza abriéndose paso desde el horizonte, alzándose poco a poco, se veía enorme, majestuosa. Las familias se reunían a la orilla del mar, los niños alzaban sus manos y parecían que la rosaban con sus dedos, parecía importante que pudieran experimentar algo así en una casi jungla de asfalto.
Las mesas estaban llenas de cartas, de monedas de un peso, de personas gritando "¡Lotería!", de los sonidos de los manotazos cuando alguien gritaba "¡Cinco!" y dicha carta salía, de personas que no querían parpadear por temor de perderse un minuto de esta pequeña paz que vivían.
Las personas cantaban, tocaban la guitarra, se reían y se burlaban entre ellas, los pequeños caían rendidos después de pasar el día bajo el sol y en el mar tornando su piel dorada y salada.
Era detenerse y pensar, mientras trataba de absorber toda la vida que estaba pasando en ese lugar, que estos momentos son los que importan, esa libertad no se encuentra en cualquier lugar, que debajo de ese cielo despejado y estrellado estábamos experimentando un tipo de felicidad que solo se da contadas veces en la vida.
Espero logres sentirlo alguna vez.
«Para aquellos que creen que todo el mundo merece un final feliz. Esto es para ti.»
sábado, 25 de mayo de 2019
viernes, 24 de mayo de 2019
Priorities.
Asusta saber que tus prioridades han cambiado, que los planes que hiciste desde hace años no te causan la misma emoción o ya ni siquiera los contemplas para un futuro cercano.
Y asusta saber que cambiaste tanto, que esa persona que tenía todos esos planes ya no está y que las personas con las que planeabas hacerlos, tampoco estén.
Crecer es confuso, empezar a trabajar en tus cosas en lugar de sólo llorar por ellas es confuso y me aterra, porque estancarse es posible, pero ya no es una opción viable.
Si no cambio, me extinguiré (a pesar de que era lo que más quería hasta hace tiempo) y no creo que extinguirme solucione mis problemas, solamente hará que se sienten en mi sala a esperarme con una luz encendida.
Asusta darte cuenta que la vida te está consumiendo y no tienes tiempo para hacer algunas de las cosas que te gustaban, de que la vida se va haciendo cada vez más difícil y solo quieres retroceder el tiempo a aquellos días cuando corrías con tus primos por el patio de tu abuela lanzándose globos con agua.
Las ojeras en tus ojos se hacen cada vez más grandes, a veces sientes que ves todo tu día en pequeños cortes: despertar, universidad, clases, notas, la fruta del día, llegar a casa, adelantar tareas, ir a spinning, regresar a casa, continuar con tareas e ir a la cama. Entonces, hacer todo de nuevo. Es raro, ese sentimiento que te ataca mientras bajas por las escaleras, que de repente te das cuenta que pasó una semana estresante más y no lo notaste y cuando menos te das cuenta, comenzó otra semana y entonces ya pasaron 3 meses que volviste a la universidad.
Te das cuenta que la vida se está pasando en un abrir y cerrar de ojos, que tu hermana ya no te llega a la barbilla, sino que está de tu altura, que tu madre tiene más arrugas alrededor de los ojos y la barba de tu padre es cada vez más blanca. Que ya no tienes 14-16 años, ya no saltas con tu mejor amiga por toda tu habitación mientras cantan Forever Young y ahora planean ir a comprar ropa para el bebé que ella espera, la sensación de querer desaparecer tan urgentemente ya no te consume y esa persona que tanto te lastimó ya no tiene entrada en tu alma.
Las prioridades cambian porque las personas lo hacen, no podemos detener la vida. Solo queda disfrutar de ese abrir y cerrar de ojos.
Y asusta saber que cambiaste tanto, que esa persona que tenía todos esos planes ya no está y que las personas con las que planeabas hacerlos, tampoco estén.
Crecer es confuso, empezar a trabajar en tus cosas en lugar de sólo llorar por ellas es confuso y me aterra, porque estancarse es posible, pero ya no es una opción viable.
Si no cambio, me extinguiré (a pesar de que era lo que más quería hasta hace tiempo) y no creo que extinguirme solucione mis problemas, solamente hará que se sienten en mi sala a esperarme con una luz encendida.
Asusta darte cuenta que la vida te está consumiendo y no tienes tiempo para hacer algunas de las cosas que te gustaban, de que la vida se va haciendo cada vez más difícil y solo quieres retroceder el tiempo a aquellos días cuando corrías con tus primos por el patio de tu abuela lanzándose globos con agua.
Las ojeras en tus ojos se hacen cada vez más grandes, a veces sientes que ves todo tu día en pequeños cortes: despertar, universidad, clases, notas, la fruta del día, llegar a casa, adelantar tareas, ir a spinning, regresar a casa, continuar con tareas e ir a la cama. Entonces, hacer todo de nuevo. Es raro, ese sentimiento que te ataca mientras bajas por las escaleras, que de repente te das cuenta que pasó una semana estresante más y no lo notaste y cuando menos te das cuenta, comenzó otra semana y entonces ya pasaron 3 meses que volviste a la universidad.
Te das cuenta que la vida se está pasando en un abrir y cerrar de ojos, que tu hermana ya no te llega a la barbilla, sino que está de tu altura, que tu madre tiene más arrugas alrededor de los ojos y la barba de tu padre es cada vez más blanca. Que ya no tienes 14-16 años, ya no saltas con tu mejor amiga por toda tu habitación mientras cantan Forever Young y ahora planean ir a comprar ropa para el bebé que ella espera, la sensación de querer desaparecer tan urgentemente ya no te consume y esa persona que tanto te lastimó ya no tiene entrada en tu alma.
Las prioridades cambian porque las personas lo hacen, no podemos detener la vida. Solo queda disfrutar de ese abrir y cerrar de ojos.
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domingo, 19 de mayo de 2019
Segundo round.
Las peleas contra ciertos demonios son difíciles, son largas y parece que a pesar de haber ganado, realmente nunca dejas de pelear contra ellos.
Ya no hay colillas de cigarro por la casa, ni mis abuelos preguntando donde está y mi sobrino no deja de repetir su nombre cuando nos visita y ve su foto. Te rompe el corazón, ver tanto amor en un cuerpo tan pequeño, pero también te llena de enojo saber que eso no fue suficiente para que él no se dejara atrapar por eso que le estaba quitando la vida lentamente.
Entonces viene la culpa, porque se requiere una fuerza inconmensurable para no caer y todos podíamos ver lo agotado que estaba.
Ahora está peleando de nuevo, solo que esta vez requerirá más tiempo lejos.
Lo recibiremos con sonrisas y abrazos, porque va a ganar.
Lo hará.
Ya no hay colillas de cigarro por la casa, ni mis abuelos preguntando donde está y mi sobrino no deja de repetir su nombre cuando nos visita y ve su foto. Te rompe el corazón, ver tanto amor en un cuerpo tan pequeño, pero también te llena de enojo saber que eso no fue suficiente para que él no se dejara atrapar por eso que le estaba quitando la vida lentamente.
Entonces viene la culpa, porque se requiere una fuerza inconmensurable para no caer y todos podíamos ver lo agotado que estaba.
Ahora está peleando de nuevo, solo que esta vez requerirá más tiempo lejos.
Lo recibiremos con sonrisas y abrazos, porque va a ganar.
Lo hará.
Band-aids.
Es realmente difícil distinguir entre esas delgadas líneas: sanar, realmente sanar o distraerse y dejarse llevar por la vida.
No sé si me estoy perdiendo, si estoy siguiendo adelante (o si lo estoy haciendo siquiera, ¿seguir adelante se siente así?) o si estoy cambiando y si lo estoy haciendo, ¿es para bien o para mal?
Porque ahora hay cosas que me duelen menos, cuando en el pasado me dejaban sangrando en medio del camino, ahora creo que solo me abren una pequeña herida pero me permiten seguir adelante, incluso con el dolor punzante.
Me alejé de muchas personas y no hablamos más, creo que la vida se siente un poco más ligera, pero eso no quita que haya días en que la tristeza me invada por las amistades perdidas, por todos esos años, por todos esos recuerdos que simplemente quedarán como fotografías y que no sé si quitarlas de mi pared, ¿se considera ese el punto final? ¿ya no hay marcha atrás?
Creo que no podría hacerlo aunque quisiera, creo que hay demasiado desinterés y que incluso si quisiéramos ocultar nuestras heridas, la sangre lo seguiría manchando todo. No es que sean villanos, ni que yo sea víctima, simplemente somos humanos y como tal, hemos de cometer errores.
Claro que me llena de tristeza, claro que mi risa ha cambiado y que aprendí a callarme más cosas, porque parece que la lección que todos quieren que me tatúe en la frente es que debo quedarme con ciertas cosas dentro, para después tomarme de los hombros y sacudirme fuerte, gritando "¡Habla, dí como te sientes!" y entonces, la parte de mí que es vengativa, disfruta de mirarlos fijo y mantener la boca cerrada.
Algo ha cambiado, pero a la vez todo sigue igual, no sé como separar los cambios y no sé como hacer que esos me motiven. No me he dejado derrumbar, a pesar de que hay días en los que el alma me pesa, en los que los "no puedo" son más que los "sí puedo", (¿es esto crecer o es resignación?) Sigo levantándome de la cama aunque todo lo demás me diga "no", porque sé que si me dejo caer será difícil volver a levantarme.
Vivo con el miedo de que un día, a la mitad de mi vida, la tristeza se deje venir encima y me dé cuenta de que realmente las heridas nunca cerraron y que las banditas de colores me lo habían ocultado.
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