viernes, 13 de julio de 2018

De cafés y nieve con un poco de paz mental.



Estábamos sentadas en un café, después de que nuestra tercera acompañante fuera ver al chico con el que llevaba meses viéndose. Eran las 12 del mediodía, fuera del café el sol caía sobre la piel de las personas fuertemente, mientras dentro del café la temperatura era fresca.

Ella estaba frente a mí, creía que sería incómodo estar solas después de todos esos meses en que me cerré a todos y desde esa noche en que nos pedimos perdón, en donde fue a mi casa ebria y nos despedimos entre últimos besos.

Pero no lo fue.
Era todo lo contrario.

El estómago me dolía por tanto reír, contamos las tonterías que hicimos cuando estábamos juntas y el porqué las hicimos, nos dimos cuenta de lo idiotas que éramos (y somos), platicamos todo lo que hicimos mal en nuestra relación entre risitas, nos ganaba la vergüenza de recordar, escuchar la versión de cada una y darnos cuenta de que no había rencores, de que nuestra relación iba más allá que cualquier cosa que nos hicimos.

Salimos del café, subimos la avenida Domínguez y doblamos por la calle 5 para comprar una nieve. Cruzamos la calle y escogimos una banca debajo de la sombra de un árbol en el parque frente a la catedral. El cielo comenzó a oscurecerse y las nubes a tronar, esperábamos la lluvia sentadas mientras comíamos nieve y hablábamos de todas esas historias que no supimos de la otra pero que también estaban ligadas a la nuestra.
Es increíble como la amistad de todos, va más allá de lo que todos llaman una simple amistad.
A pesar de todo el daño no intencional, a pesar de todo el desastre que solemos hacer (y que aún lo es), nos entendemos y nos aceptamos.

Yo le amo, siempre la amaré, incluso si nunca puedo hacerlo completamente de la manera en que ella en el fondo lo quiere. Es una de mis mejores amigas, a pesar de todos estos meses donde estábamos heridas. Incluso aunque algunos días me despierte y diga que los odio, aunque a veces las personalidades choquen como trenes, los amo. La familia es complicada.

No sabemos a donde nos llevará el futuro, pero espero que ella y todos ellos sigan en mi vida, no importa si ella tenga que irse por un tiempo (porque todos comienzan a irse en estos momentos), sé que nosotros estamos más allá de todo eso.

Cuando comenzó a anochecer, decidimos regresar a casa, después de hablar sin descansar todo el día. Por primera vez en semanas, caí en la cama con un poco de paz mental.


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