sábado, 23 de diciembre de 2017

Alt er love.

Y es triste, porque sé lo que es temerle a tus padres, temerle a las personas que piensan que amar a otro está mal. Sé lo que es dudar de ti mismo, de cuestionarte hasta que sangras sobre porque somos así, sobre porque amamos a quienes amamos, porque sentimos lo que sentimos. 

Ahora sé como puede sentirse los que tienen miedo de lo que sienten, cuando ven a esa persona y la piel se les eriza y las mariposas revolotean en el estómago, que sienten las miradas de las personas sobre ellos incluso cuando en realidad no hay nadie prestando atención. 

He estado en ambos lados.
En el lado donde estás atemorizado, pensando en el que dirán y en donde lloras y ruegas para ya no sentirte así.
Y en el lado donde la persona que te eriza la piel no puede ni siquiera mirarte a los ojos, porque tiene miedo de que los sentimientos se le escapen frente a las demás personas, de que el miedo se les aferra a la espalda y caminan con todo su peso sobre ellos.

El miedo, por otra parte, es bueno. Te hace ser valiente, de llenarte de coraje. 
Pero no deberíamos de tener miedo a querer, aunque me siga aterrando, ni de ser nosotros mismos. 

El mundo está cambiando, pero seguimos temiendo. Seguimos siendo esos hijos que le temen a los padres, seguimos siendo esos hijos con homofobia internalizada, odiándonos por sentir lo que sentimos y tal vez, otros odiando a los que se dejan sentir. Seguimos siendo esos hijos a los que le rompen el corazón y no pueden ir a consolarse a brazos de mamá o papá por temor, los que tenemos un problema pero nadie con quien hablarlo, los que vemos en las noticias ataques de odio, que vemos pancartas esparcidas por toda la puta ciudad diciendo que no se me permite formar una familia y que si la llegara a formar, sería antinatural. 

Pero también seguimos siendo esos hijos a los que vieron crecer, a los que cargaron en su vientre 9 meses o a los que adoptaron, seguimos siendo esos hijos a los que enseñaron a leer, a caminar, a hablar. 

Seguimos siendo las mismas personas y el querer a alguien no debería de cambiar eso. 

[...]
Tariq no puede soportarlo, siente que, de alguna manera, es también su culpa.
Se planta frente a la madre de Craig y dice:

- Tiene que quererlo. No importa quién pensaba que era o quién quiere que sea, tiene que quererlo tal cual es porque su hijo es un ser humano excepcional Tiene que entenderlo.

Y la madre de Craig le responde en un susurro:
-Ya lo sé. Ya lo .

[...]
Algunos padres estuvieron de nuestro lado. Otros decidieron desterrarnos antes de aceptarnos como éramos. Y algunos, cuando se enteraron de que estábamos enfermos, dejaron de ser dragones y se transformaron en cazadores de dragones. A veces se necesita eso...la batalla final. Pero debería necesitarse mucho menos que eso. 

Dos chicos besándose,
David Levithan.




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