sábado, 22 de abril de 2017

At least I can say that I've tried to tell you I'm sorry for breaking your heart.

Perdón por no poder corresponderte, perdón si tomarte de la mano significaba más para ti que para mí. Perdón si ese juego inocente (que sabía que debía parar) se convirtió en realidad. Perdón por dejarte besarme aquella noche, perdón por haber bebido tanto. Perdón por saltar de corazón en corazón, perdón por decir esas palabras que significaban mucho más para ti. Perdón.
Perdón por darte ilusiones, porque no sabía que te las estaba dando (y tengo miedo, de que en el fondo, si lo sabía y no hice nada para detenerlo, perdón, perdón, perdón).

Perdón por los celos y los juegos, perdón jugar con tu corazón inconscientemente, perdón por romperte el corazón esa noche cuando me llamaste ebria y me pediste que te amara. Lo hago, lo siento, sí lo hago pero no puedo ser contigo, no puedo lastimar más a esas personas que he lastimado y que tú también lo has hecho.

Y perdón por seguir haciéndote daño, por seguir haciéndolo sin darme cuenta. Porque tu mejor amiga lo sabe, es obvio y hace comentarios respecto a todo este asunto (no son malos, pero aun así) y me siento mal, porque quisiera que todo fuera diferente.

Lo siento.

domingo, 16 de abril de 2017

Carreteras. I

Estamos de camino a casa, vamos por esas carreteras sobre las que crecía cada verano o vacaciones de pascua. El regreso es lento y el licor me hace sentir cálido por dentro. Veo las montañas, los carros borrosos pasan a nuestro lado, el cielo comienza a teñirse de rosa y morado. Mis músculos están cansados, agradezco al día largo, porque sé que llegaré a casa a bañarme y a caer dormida, sin oportunidad de que los malos pensamientos me acompañen.
Tomó la botella y le doy otro trago, lo saboreo, trago y paso mi lengua por mis labios.
Hay algo un poco diferente, como que el miedo al verano no está tan presente. Que sí, que el regreso a casa por esas carreteras siempre me hace sentir nostálgica, infinita pero al mismo tiempo me hace sentir que el tiempo es limitado.
La tarde se pasó entre pláticas sobre profecías, reencarnaciones, recuerdos y el mar.
El mar que te mecía con las olas, el mar que estaba tan helado (aún en esta época del año), el mar que se extendía tan infinito y desee que la vida fuera así (irónico, ya que a veces deseo que mi vida dure lo que dura un parpadeo).
Levantó un brazo y lo saco por la ventana, siento el aire chocar contra mi piel. Siento las mejillas calientes por tomar y la lengua pesada.
Recuesto mi cabeza contra el asiento, escucho las carcajadas de los que me acompañan, haciéndome sentir infinito y deseo que la carretera nunca acabe.

sábado, 15 de abril de 2017

Yo.

Entonces, tengo que contentarme con verme "neutral". Mi zona segura es a la mitad del espectro que va de lo masculino a lo femenino, algún punto entre la marimacha y el afeminado, lo que significa que siempre tengo una leve sensación de falsedad, como si llevara un disfraz. No recuerdo cuándo fue la última vez que me sentí a gusto en mi propio pellejo.

-Symptoms of Being Human,
Jeff Garvin.

El problema conmigo es que siempre me veré más "marimacha". Eso es como me veré a los ojos de las demás personas con las que me cruce. Ese es el maldito problema conmigo. Que hay días en los que mi brújula interna -como dice Riley en el libro que cite arriba- apunta más hacia lo masculino. Que me miro al espejo y es como si las curvas y los ángulos estuvieran en el lugar equivocado. Que mi cabello debería ser más corto, que mi voz debería ser más grave y la mandíbula más marcada. Vivo con incomodidad en mi propia piel, es lo que hace que mi cuello o mi espalda duelan por días del estrés y la tensión y odie mi cuerpo más de lo que ya lo hago por otros motivos. 
Que hay veces en las que quiero decirle a mis padres "hoy no soy tu hija, soy tu hijo". Que mi pecho se siente como demasiado y tengo que soportar la presión en mis costillas para evitar sentirlo, pero ahí sigue. En esos días lo único que quiero hacer es regresar a casa y cuando lo hago, el usar una sudadera enorme y enterrarme en mis cobijas y en mis almohadas (esperando ahogarme, ja) me ayuda a escapar un poco de toda esa presión. 

A veces pienso en que pasaría si decido comenzar la transición, pienso en como el sentimiento de incomodidad conmigo desaparecería, pero entonces, hay otros días en los que mi brújula interna apunta más hacia lo femenino. Y puedo respirar con un poco más de tranquilidad. Porque mientras el odio por no ser un chico no está, se presenta otro tipo de odio. Un tipo de odio del que no puedo escapar, que está ahí desde que tengo memoria. Es entonces cuando el pensar en comenzar la transición me aterra, porque no controlo esa jodida brújula. No sé cuando marcara masculino o femenino. A veces ocurre durante el día, en medio de una clase, en medio de la comida. Otras será al despertar o cuando llegué de la escuela y tenga que decidir que ropa usar para ir a casa de mi abuela a comer. No puedo decirle a mis padres o a mis amigos "hey, dirígete a mí con pronombres masculinos" y dos horas después "¿sabes? dirígete a mí con pronombres femeninos" (¿lo escribí bien? ah, no sé), el punto es que no lo controlo. Y realmente lo odio. Lo odio. Lo odio. Lo odio. 

En el capítulo 6 del libro, hay algo que me llamó mucho la atención, porque es algo que experimento en esos días en los que la brújula apunta hacia la F pero en el fondo hay un zumbido, que me dice que algo no está bien. 

Siento el corazón en la garganta y un hormigueo de entumecimiento en las mejillas y las yemas de los dedos. 
Está empezando.
Pero sé que es lo que debo hacer. Se supone que debo cerrar los ojos e imaginar la pizarra blanca. Se supone que debo pintarla mentalmente de negro hasta que no quede nada, sino un vacío tranquilo y silencioso.
Cierro los ojos. Remojo el pincel imaginario en la negrura circundante y comienzo a pintar la pizarra con pinceladas grandes y lentas. Pinceladas grandes y lentas. Llevo tres cuartas partes de camino al borde derecho, casi termino, cuando del lado izquierdo aparece un parche blando. El negro se está escurriendo y deja ver más y más del blanco de la pizarra.

En mi caso, la pizarra es blanca los días tranquilos pero entonces, una esquina comienza a pintarse de negro. A veces lento, a veces rápido. Y trato de pintarla, pero de alguna manera el blanco que acabé de pintar se escurre y el negro comienza a ganar terreno. 

Es algo difícil publicar esto, es algo que nunca he hablado en profundidad con alguien, bueno, solo con una persona que ya conocía pero tengo poco de comenzar a convivir más y puedo hablar de eso con esta persona porque siente parecido a mí. 

Siempre me he sentido así, de alguna manera. Desde que era pequeña, solo que cuando eres niño las personas no te juzgan tanto. Quisiera poder ser más neutral, creo que eso ayudaría un poco pero la puta madre, que no puedo. Cuando la brújula apunta M, las personas solo ven a la "marimacha" pero quiero gritar "¡No!, ¡no soy marimacha! ¡soy un chico!" pero el miedo puede ser bastante fuerte.
Solo quiero decirle a mi cerebro que me dé un descanso. 

Pero al final del día, solo...soy yo y soy género fluido.

lunes, 10 de abril de 2017

Take care of yourself.

Y no va a importar.
No va a importar si son las 11 de la mañana, las 5 de la tarde o las 3 de la madrugada. Si estás sintiéndote mal, si los pensamientos son más fuertes, si quieres arrancarte la piel, cuídate.

Toma un baño, come un dulce, duerme, lee un libro, ve la repetición de Friends a las 3 am o mira una película, ve vídeos de cachorros o simplemente recuéstate y cierra los ojos y trata de imaginar que está pasando en todos esos universos que existen paralelos al nuestro. Mimate, toma tu tiempo bañándote, canta canciones y usa la botella del shampoo como micrófono. Come una galleta, no pasará nada, te lo prometo, solo que eso te hará sentir mejor.  Duerme temprano, una noche sin dormir nunca se recupera o duerme tarde, pero solo si es haciendo algo que te haga sentir bien. Pinta tus uñas si quieres, escucha música y sube todo el volumen o lee un libro y saborea cada palabra, cada punto y cada coma.
Abre tu ventana, deja que el viento juegue con la cortina o sostén la cortina para que la luz entre a la habitación e ilumine las esquinas más oscuras. Asomate por tu ventana y mira el cielo teñirse de tonos naranjas, rosas o morados y deja que limpie todo lo malo.

Por favor, no importa la hora, el día o el mes, cuídate.
Eres lo más valioso que tienes, sin importar nada.