Hace unos días, mi profesor de pintura nos pidió que escribiéramos porque nuestra vida se parece a un foco, alguien escribió que su vida se parece a un foco porque nunca sabes cuando vas a apagarte y tienes que brillar con mucha fuerza mientras puedas, así como la vida, nunca sabes cuando va a acabarse y tienes que vivirla mientras la tengas. Otros escribieron que cuando el foco se rompe, sus lados filosos pueden cortar, que son frágiles aunque no lo parezcan.
Escribí que la vida se parece a un foco porque hay personas que quieren apagar las luces más brillantes, que los toman y los tiran para hacerlos pedazos sin importarles nada; que también hay personas que sin saberlo apagan tu luz, y ellos no saben que tu luz es tan tenue que sientes que no existe y cuando ellos la apagan solo queda la oscuridad total.
Que está bien apagarse por un tiempo y entonces, encenderte y brillar como nunca antes. Que algún día la luz va a irse pero sabremos que no fue porque el foco se "fundió" de la nada. Que habrá personas en nuestra vida que querrán apagarnos pero habrá otras que nos ayudarán a seguir brillando y esas son las que tenemos que tomar en cuenta.
También nos dijo "Si fueras una pintura, ¿qué color serías?" y alguien por ahí escribió que sería el color blanco, porque al ser un color base puede mezclarse con todos los colores y crear un nuevo color, un nuevo tono; otros escogieron el color negro porque les transmite tranquilidad. un amigo escogió el amarillo porque le recuerda al Sol y a la felicidad.
Escogí el color azul, porque el cielo y el mar son de ese color y ambos parecen que no tienen final, son eternos. Y creo que así es como deberíamos sentirnos.
Eternos y brillantes.
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