Los viajes en carretera cuando llovía o después, los pueblos fantasmas o mágicos.
Extraño a mi abuela, aunque su sofá fuera tan cómodo que me durmiera cuando íbamos a su casa. O cuando estábamos en una fiesta en familia y ella siempre tenía la música por dentro y nos contagiaba.
Extraño cuando Ángel y yo corríamos por el patio de mi nana en verano, lanzándonos agua.
Extraño jugar al Mario Kart o Zelda con Tito y Ángel.
Extraño cuando mi tía estaba en casa cada que el trabajo la dejaba y siempre nos hacía reír o pasaba tiempo con la familia.
Extraño que mi tío grite "¡Ya llegué!" en la puerta de mi nana y que Ángel y yo compitamos por ver quien lo abraza primero. (Por las dudas, casi siempre era él, maldito)
Extraño cuando mis muros no lastimaban tanto.
Extraño cuando no sabía que uno de mis tíos fuera tan jodidamente imbécil.
Extraño cuando mis primos (de parte de mi padre) y yo jugábamos juntos.
Extraño jugar en la calle, con todos los chicos con los que crecí, aunque fueran unos hijos de puta conmigo.
Cuando los atardeceres con el cielo pintado de rosa con un toque de naranja o amarillo mientras regresábamos a casa después de un viaje.
Las canciones de P!nk cantadas a gritos con voces desafinadas con Alex y Ale durante dos horas de regreso a casa.
Los días en la alberca con todos.
Extraño las risas y las historias.
Extraño que las ausencias no duelan.
Extraño que mi tía no tenga tantos problemas con sus hijos.
Extraño que mis primos no tengan tantos problemas y responsabilidades.
Extraño a mi abuela sentada en su sillón. Puta madre, la extraño tanto.
Extraño cuando sentía ese algo que me hacía querer escribir todo el tiempo.
Las noches de invierno en la sala de mi nana, con mi hermana dormida en el sofá de al lado y la casa en silencio.
Los cuentos escritos en aquella computadora, ahora descompuesta y sin esperanza.
Las canciones de Fun por las mañanas antes de ir a la escuela.
Las pláticas incoherentes con todos a mi al rededor cuando tenía taller y siempre llegaba medio dormida.
Las idas a la playa, con toda la familia de mi padre, riendo y contando historias, alentando a todos a divertirse.
Las gotas de lluvia de Julio/Agosto cayendo por el cristal, devuelta a casa y Have You Ever Seen The Rain en el radio.
[..] cuando amamos con tal intensidad que sentimos la necesidad de crear algo a partir de eso. No exactamente crear, sino actuar en consecuencia.
Echo de menos todo eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario