jueves, 21 de agosto de 2014

Destinatario: Ojalá contigo. (III)

Para ti, 

Va a ser difícil encontrar algo de calor sin tus palabras, va a ser difícil extrañarte, va a ser difícil ver como te vas cuando mi alma me ruega que me aferre a ti, pero la vida separa caminos, aunque dejen incompleto a alguien en el proceso.

Han pasado muchas cosas, y a veces tú eras la que me hacía sentir que había un poco de esperanza para mi, que solo era un vistazo al lado malo de esta etapa, que podía seguir a pesar de todo. Me he pasado los días llorando y aprendí que todos tenemos historias tristes, pero que al parecer a nadie le interesa escuchar. Y entonces te sientes mucho más sola que antes. Me alegro que tú sigas riendo, en serio, me gusta ver esa chispa de alegría en tus ojos tan bonitos. Me estrelle contra mi realidad de nuevo, pensaba que había dado un paso fuera y en realidad estaba hundida en todo eso...Y deseaba tenerte. Sé que tú no me juzgarías, pero aún así me odiaría si supieras lo que soy. Yo lo hago. Y no te culparía si en el fondo tú también lo hicieras un poquito. 

No lo he dicho a nadie, pero sé que mi familia sabe que ha pasado algo, pero ¿cómo no hacerlo? Quisiera contártelo pero se me formaría el nudo en la garganta con tal solo escucharte y no tendría el valor de hacerlo. Y lo que ha pasado es una idiotez. Pero una idiotez que me duele en el alma, porque eso se ha transformado en una voz. Y me jode todas las tardes cuando mi madre duerme y mi padre va a trabajar. 

Trato de callarla durmiendo o leyendo, ¿sabes? Y es entonces cuando te leo o te imagino riendo. Y la voz se calla poquito. 

Alguien se ha ido y alguien ha llegado, y esa persona lo sabe, lo sabe y por eso trata de distraerme aunque no funcione mucho. Me ha dicho que viva la vida, que no me arrepienta de nada, pero ¿cómo hacerlo siendo cómo soy? Avergonzándome de mi. También hoy alguien me dijo que nunca me diga así de nuevo, que yo no soy solo un cuerpo. Y fue suficiente para sacarme una sonrisa temblorosa y tragarme las lágrimas. 

Ojalá el proceso fuera rápido y las ganas de desaparecer pocas. Pero es al revés. 

He visto a las demás, y sé que tú también te habrás sentido así en algún momento de tu vida. Las veo moverse fácilmente, rápidamente y digamos que yo soy lenta y patosa y me dan ganas de pararme frente a un camión y acabar con esto rápido.

Y al final de todo, quisiera que te quedaras, quisiera saber que música escuchas cuando lees o cuando te sientes sola y quisiera estar ahí contigo. Y quisiera llevarme todos los males y que estuvieras contenta. 

Y quisiera no extrañarte porque sé que estarás. Quisiera olvidarme por un rato de lo que soy, porque serías como la anestesia. 


S.

miércoles, 20 de agosto de 2014

i

Eres sentime bien aunque sean 5 minutos.
Eres distraerme de los malos pensamientos.
Eres ternura y risas tontas.
Eres años y caídas.
Eres fotos y subidas.
Eres tú.
Gracias, I. 

martes, 19 de agosto de 2014

Los buenos años no son estos.

Perdón. 
Soy muy débil, cobarde, idiota y volví a lo que era, me doy asco y la mayoría de las personas también lo hacen. Siento dejar de ser yo, siento dejar de sentirme aunque sea un poquito bien. Siento hacerte perder el tiempo. No valgo la pena. Siento venir aquí y escribir esto. Siento verme tan débil y estúpida y cliché y adolescente.

Perdón. No sabes cuanto lo siento. 
Perdón, me fui y no sé si alguna vez voy a regresar. 

sábado, 16 de agosto de 2014

Escapar del miedo.

¿Haz tenido miedo de alguien? ¿Miedo de que pudiera vengarse aunque sólo trataste de que te dejara en paz? Pero hablo de ese miedo en el que de casualidad, ves a esa persona a lo lejos y agachas la cabeza y tratas de hacerte pequeñita y respirar quedamente para que no se de cuenta de tu presencia, miedo a escuchar su risa y sus burlas, miedo de que tan sólo te mire, de que sé de cuenta de que todavía existes. 
Hablo de ese miedo que te hace temblar y de querer llorar. De dejar de existir sólo para ya no tenerlo.

No quiero volver a verlo, no quiero tener que sentir miedo, pero es inevitable, esa persona socializa con la persona menos pensada que tengo alrededor, es inevitable encontrármela en la calle junto a sus amigos.

Y quiero correr, quiero irme a un lugar donde no tener miedo. Pero estoy atrapada en esta vida, en esta ciudad, en este cuerpo. 
Sólo quisiera escapar de este miedo.

¿Existe tan siquiera una vía de escape? 

sábado, 9 de agosto de 2014

Hablemos de todo eso.

Hablemos de esos viajes en carretera junto a tu familia, hablemos de las nubes escondiendo al Sol y haciendo que el día sea pálido, hablemos de que toda la naturaleza parece más bella conforme el auto avanza. Hablemos del viento chocando contra tu rostro y revolviendo tu cabello y sonríes, te encanta. Hablemos de las curvas, las subidas y bajadas. De los pueblos bellos olvidados por la mano de Dios. De las calles empedradas y de sus habitantes fantasmas. De cómo las casas parecen devolverte en el tiempo y de cómo cada arruga de esas personas que han vivido ahí toda su vida, cuentan una historia.

Hablemos de la lluvia mojándote el cabello y haciendo que la ropa se te pegue al cuerpo. Y no importa. Y todos ríen porque aman la lluvia tanto como tú. Hablemos de cómo pasaste la tarde entre risas que te sacan un par de lágrimas y chapuzones y de cómo volvió a llover otras 3 veces.

Hablemos del regreso a casa, de la carretera sola y de las nubes que parecen estar pintadas en el cielo, de que puedes alcanzar a ver pedazos de arcoiris entre ellas. Del sueño, de recordar cosas que pasaron durante el día, de cómo tu hermana recuesta su cabeza en tu hombro y duerme.
Hablemos de hacer las maletas, hablemos de ese nerviosismo.

Hablemos del miedo de volver a la escuela, de tener que enfrentarte sola a esas personas de mierda. Hablemos de las lágrimas que se escapan al pensar en cómo sobrevivir sin tu mejor amiga este año, de qué te vas a sentir más sola de lo que ya te sientes. Hablemos de lo jodido que es pensar que nunca vas a poder hacer lo que hacen que tus ojos brillen, porque no te va a dar una buena situación económica (y es una idiotez).

De no saber que vas a hacer de tu vida, que de pronto tus sueños no son más que sueños y todos te dicen que debes tomar una decisión para que tengas un mejor futuro, pero ¿realmente vale la pena un futuro en el qué no serás feliz?. De que no quieres despertar con 60 años, viendo que dejaste pasar tus sueños, de que tienes una vida que no te gusta.
Hablemos de sentir que no importas, que no eres ni la segunda ni la tercera ni la cuarta sino la vigésima opción, (creo ni siquiera esa soy). Hablemos de cómo es que todos se olviden de ti. Hablemos de cuantas noches te las pasas pensando en qué haces mal, en qué puedes cambiar para poder ser aceptada.

Hablemos de ser tú, de no parecer suficiente, de no tener ningún talento, ninguna habilidad que te abra puertas en el mundo. Hablemos de odiar tu cuerpo, aunque te digas que te vale madre lo que piensen, de pensar que si fueras más bonita todo sería más fácil. Hablemos de las salidas que tus amigos organizan y que no te invitan. De ver los cuerpos de Barbie's de las demás y ver que todo es más sencillo para ellas. De cómo odias ir de compras porque tu madre te obliga a probarte ropa y al verte al espejo no quieres más que llorar y gritarte, de querer ir a pararte frente a un camión o dejar de existir.

Hablemos de que pasas más tiempo viendo series, leyendo o escuchando música que yendo al cine o cualquier otra cosa. Hablemos del sentimiento de culpabilidad que te da después de comer mucho, aunque no lo hayas hecho pero tú lo sientes así. De que sientes que a veces hablas de más, de que de verdad no comprenden tu forma de ser.

De que no tienes a nadie con quien hablar, de que ves que nunca vas a hacer quien eres, de que nunca vas a ser suficiente, de que te estás convirtiendo en la típica adolescente (¿y qué?). Hablemos de que eres muy fácil de olvidar, de qué no eres importante. Que realmente no le agradas a nadie. Que casi todo el tiempo tienes miedo, que quieres viajar aunque sabes que vas a extrañar tu casa un infierno. Hablemos de que te identificas más con personajes de series o de libros, que con la vida.

Hablemos de todo eso y más.
Porque sé que entenderás.
Porque somos humanos.


viernes, 1 de agosto de 2014

Pero era inevitable que nuestros ojos se cerraran.

Me gustaba hacerle sonreír, porque amaba el brillo de sus ojos al hacerlo.
Me gustaba sentir el calor de su cuerpo junto al mío en un día de lluvia o cuando extrañaba cosas que nunca me han pasado.
Besarle y sentir como si regresara a casa un día de Navidad.
Podía pasar horas jugando con su cabello o simplemente sosteniendo su mano, porque eso me convencía de que era real.
Cuando escondía su cara en mi hombro porque no quería que viera su sonrojo y yo reía tratando se separarle de mí.
Cuando sentía su sonrisa al besarle o cuando pasaba sus brazos por mi cintura y sentía que podía hacer todo.
Me gustaba ver como el atardecer iluminaba sus ojos y como el amanecer le hacía llorar.
Cuando pasábamos las tardes en la arena, con mi cabeza recostada en su regazo y leía en voz alta y soltábamos a reír por las travesuras de Nathaniel y los demás chicos de Plumfield.

Y a veces, nos heríamos, nos aruñábamos y las palabras dejaban moretones, pero el amor puede dañar, el amor puede herir a veces.
Nos creíamos capaces de soportar terremotos, de enfrentar todos los obstáculos.
Pero era inevitable que nuestros ojos se cerraran, que nuestros corazones se rompieran y que los pedazos fueran tantos que fuera imposible volver a juntarlos.
Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.


Pero a veces la vida no sigue, a veces sólo pasan los días.