lunes, 30 de septiembre de 2013

Madrugadas.

La madrugada se llena con un "Te amo" atorado en la garganta, con un abrazo cálido, con un beso pintado en la mejilla, ese que ella te dejo hace varias horas atrás, cuando la dejaste en su casa después de haberla invitado un café, donde pasaron el tiempo leyendose, conociendo las historias detrás de cada cicatriz, la madrugada se llena de paseos sin rumbos, esos que das con ella cuando te llama y no puede dormir y lo único que piensas es en verla, se llena de  miradas somnolientas y abrazos lánguidos-tanto que parecen que no existen- se llena de pensamientos suicidas-rara vez son alegres- se llenan de llamadas de arrepentimientos-tal vez debas dar esa disculpa a esa persona a la que le hiciste daño antes de que llegue el mañana- se llena de palabras de amor no dichas, se llena de adolescentes llorando, de peleas absurdas o tal vez no tan absurdas, de cortes, de alcohol, de cigarros, de corazones rotos, de personas buscando(se) algo que perdieron hace mucho tiempo-quizás un amor, una mirada perdida en una tarde de otoño- se llena de palabras de odio, de miradas al espejo y de lágrimas cayendo.
Está llena de demasiadas cosas. Demasiadas.

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