viernes, 13 de mayo de 2022

i (III)

Es raro y triste, saber que en algún momento de nuestras vidas estábamos tan entrelazadas, que pasábamos los días y tardes juntas, jugando con muñecos en el suelo de mi habitación y más adelante ir a entrenar tocho y después voleibol o yo apoyándote desde las gradas mientras corrías por todo el circuito, pero siempre juntas.

Es raro, pensar en qué momento dejamos de ser así, cuando comenzamos a elegir otras amistades y aún así seguir orbitando cerca pero no como antes, no creo que podamos ser como antes.

Cuando pienso en ti, también pienso en tu mamá y en sus abrazos, como ella te abraza con todas su fuerzas, en cómo cuando éramos más chicas nuestra cabeza encajaba en su hombro y ahora es ella quien lo hace, porque hemos crecido, porque el tiempo no se detiene.

Heredaste los abrazos de tu mamá, abrazas con la misma fuerza, con el mismo amor. Y siempre quiero llorar cuando los recuerdo. 

Cuando veo a tu hermana o a tu mamá pasar por la acera de enfrente me pone triste, no lo sé, para mí son las personas más cálidas que existen y me pone un poco triste no ser parte de sus vidas. 

Somos personas tan distintas, nuestro núcleo sigue ahí, teniendo un poco de nuestra esencia pero ahora hay matices tan diferentes a su alrededor. No sabría cómo mantener una conversación, no sabría cómo mantener nuestra amistad, no ahora, no lo sé.

Una parte de mí tiene miedo de qué te decepciones por la persona en que me he convertido, porque has llegado tan lejos y siento que siempre me quedo estancada.

Hemos compartido tanto, hemos sido parte de la vida de la otra aunque ahora habites en una galaxia lejana, a veces logrando captar algún destello desde acá, continuando siendo una de las mejores personas que he conocido.

Siempre te querré, siempre estarás en mi corazón.

viernes, 28 de enero de 2022

Equipaje permanente

 No he estado aquí en un tiempo, quizás porque trato de no recordar cuán triste llegué a estar o porque no quiero dejar huella de qué tan triste estoy, es díficil encontrar un lugar donde desahogarme cuando abandono todo el que encuentro porque ya he dejado algo de tristeza ahí y no quiero volver a verla.

Es como si a cada paso dejara en algún momento un pedazo de tristeza - vieja o nueva -, pero no puedo volver a ese lugar, por más comodidad que haya sentido ahí, prefiero ignorar que alguna vez ese pedazo de tristeza existió y seguir buscando otro lugar donde quedarme hasta que los pedazos de tristeza acumulados ahí son tantos que tengo que obligarme a buscar otro.

Tengo miedo de quedarme sin lugares.

Y me abruma saber que realmente no las suelto, siguen ahí detrás de mí presionándome, haciendo que mi camino se sienta abarrotado y apresurado porque tengo que asegurarme de tener otro lugar donde dejar ese pedazo. ¿Y cómo suelto todo eso, cuándo ya se ha convertido en una parte de mí? Es díficil dejar ir algo que siempre ha estado ahí, que se ha vuelto parte de tu personalidad.

¿Qué soy yo sin todo eso?