cuando era más joven, siempre soñaba con irme
me dolía el pecho del solo pensar en alejarme,
se abría en él un hueco enorme, donde se acurrucaba la nostalgia y la melancolía
ahí también se unían a ellas el sentimiento de no ser suficiente,
de no poder enfrentarme a los demonios que me enviaba mi mente
creía que si corría rápido o si aceleraba el auto tal vez nunca podrían alcanzarme
que, tal vez, si me bañaba en la luz del atardecer sanaría,
que el hueco en mi pecho se cerraría,
que mi mente dejaría de ser ese mar agitado o esa televisión con estática
con el tiempo dejé poco a poco de querer irme,
de querer dejar todo atrás y empezar de nuevo,
supongo que comencé a ser más realista, a aprender que no puedo huir del mundo real
que lamentablemente siempre echamos demasiadas raíces en un lugar,
que huir, que irnos, no es tan fácil como nuestra mente lo hace ver
pero justamente hoy, justamente en este momento
el hueco volvió a abrirse, no es grande, pero ahí está
y me da miedo, caer en él
me da miedo volver a sumergirme en ese mar agitado,
de que mi mente comience sus bucles de nuevo
ese es el riego y el temor de tener días o semanas buenas,
que en algún momento,
volveremos a caer.