sábado, 18 de junio de 2016

Un año.

Ayer se cumplió un año. Y si cierro los ojos, aún puedo sentirte.
Como eras antes de dejarte ir y como lo fuiste después. Aún me acuerdo de tu risa y del sonido de tu voz y tengo miedo de olvidarla, olvidar a todos los que se han ido.
Y aún tengo canciones que me recuerdan a ti, a veces las pongo y recuerdo ese viaje en carretera, joder, que recuerdo voltear a mi derecha y verte ahí, empezando a dejar de existir.

Vi una foto tuya hace días, tenías tu cabeza echada hacia atrás y tu boca se abría en una carcajada y nunca me pareciste más preciosa, tu alma capturada para siempre en esa risa, en esa fotografía. Eras una fiesta contenida en un cuerpo.

Y pienso en la última vez que te vi, en el último beso en tu frente. Y pienso en si sabías que te amaba, en si lo dudabas o si te lo preguntabas. Debí habértelo dicho más, pero acostumbro a guardarme esos sentimientos. Y pienso en como ella debe sentir al entrar a ese cuarto y en que hubiera pasado si esa noche, con esos chicos y con el alcohol ya en mi sistema, hubiera pasado por tu casa.

En mi mente siempre estarás como en esa fotografía. Esa eres tú, aunque digan que en las fotografías siempre parecemos más felices de lo que en verdad somos, eres tú, con eso basta.

Te amo, por todas las veces que no lo escuchaste. Te amo.