martes, 12 de noviembre de 2013

21:54

Explote, golpee la pared y arañe mis brazos. Ahogue los sollozos y la voz en mi cabeza volvió. Reclamos rondaban mi mente y lo único que quería era irme. Encerrarme en mi pieza y soltar de nuevo en llanto, ese llanto en el que te dejas la garganta y no puedes controlar los sollozos, que tiemblas y destruyes todo.

Hay días en los que no desayuno, como o ceno, porque pienso en el que dirán, en mi físico y en el de las demás. 

Días en lado que me veo en el espejo y no soporto lo que veo y me aguanto la lágrimas. 

Días en los que siento el nudo en la garganta en medio del salón de clases mientras todos están a mi alrededor. 
En los que me trago mi propio llanto y la consuelo a ella. A la chica tan parecida a mi. A la chica que hace un año y medio no era nada para mi y en el transcurso del año se volvió importante para mi y con la que hable de cosas que nuca pensé que haría. Hablo de ti, D. 

Irme, lejos. Morirme por un rato. Dormir una eternidad y parte de otra, quizás. 

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